Es la esperanza la que
salva vidas y cambia cosas, y la desesperanza, el fatalismo, es lo que lo
paraliza todo
Alfonso Antequera es un
cirujano del hospital público de Fuenlabrada, Madrid. Varios meses al año
colabora en el pobrísimo hospital que gestionan las Misioneras Combonianas en
Bebedjia, Chad.
"Una especie de
infierno en la tierra"
En su primer día allí,
Antequera escribió: "Hoy ha empezado mi actividad en el Hospital St Joseph
de Bebedjia, la verdad es que no es muy diferente del St Mary de Axum en
Etiopía. Una especie de infierno en la tierra… ni siquiera yo que soy cirujano
y estoy acostumbrado a ver cosas terribles
soy capaz de soportarlo.
Termino el pase de
visita a duras penas, conteniendo la nausea y las lágrimas, preguntándome qué
demonios hago yo aquí. Se vive mejor ignorando esta realidad. El cerebro humano
no está preparado para soportar el horror".
Pero Antequera
perseveró, y después hizo llegar a más y más compañeros, médicos, enfermeros y
voluntarios para pasar un tiempo ayudando en el hospital.
Sin embargo, quien vive
allí, en el horror (que no es sólo horror) son las religiosas combonianas.
Mantiene milagrosamente la marcha del centro su directora, Elisabetta Raule,
religiosa comboniana italiana.
"Atienden con
devoción a los pacientes"
"El hospital, pese
a todo, realiza un trabajo encomiable", escribe el doctor Antequera
admirado. "Las misioneras combonianas atienden con devoción a todos los
pacientes, a la vez que tratan que los enfermeros locales no se relajen
demasiado... Tendencia que por otro lado no es infrecuente en estas latitudes,
ya sea por el clima, ya sea por pensar que nada tiene solución, que todo es muy
difícil. La desesperanza produce esa dejadez que ya he visto anteriormente
asociada a lo que parece inevitable".
Cuando algunos
materialistas sugieren que África necesita recursos materiales, no cosas
abstractas como "esperanza", desconocen la realidad de África... y
del hombre en general. Es la esperanza
la que salva vidas y cambia cosas, y la desesperanza, el fatalismo, es lo que
lo paraliza todo.
La Muerte gana... pero
que no sea por goleada
"Aquí la Muerte
está acostumbrada a ganar siempre la partida. Cuando vienes aquí, tienes que
venir con el objetivo de no ser derrotado, aunque conforme avanzan los días la
realidad te va poniendo en tu sitio y el objetivo inicial se transforma. Lo
cambias y te conformas con intentar no perder por goleada", escribe
Antequera.
El médico de Fuenlabrada
da más datos brutales. "Doscientas camas y un solo médico. Sor Elisabetta
ejerce de mujer orquesta: dirige el hospital, pasa la visita a las camas de
hospitalización de medicina, cirugía y pediatría, hace las ecografías,
supervisa la sala de partos y, por si todo esto fuera poco, también opera. Dos
quirófanos programados a la semana más todas las Urgencias que van
llegando".
Su conclusión:
"Necesitaríamos cuatro o cinco médicos europeos para poder cubrir su mes
de vacaciones. Si se entera algún consejero español de sanidad, la contrata
para que abra ella sola algún que otro hospital".
Único hospital en 500
kilómetros
El hospital Saint Joseph
de Bebedjia es el único centro médico en 500 kilómetros a la redonda. Le
corresponde atender a unas 300.000 personas en el sur de Sudán. Para eso, la
Hermana Elisabetta tiene la ayuda de 4 religiosas combonianas, algunos
trabajadores del hospital y los voluntarios que llegan gracias a la iniciativa
EnganCHADos (www.enganchados.org) y un acuerdo con el hospital público de
Fuenlabrada, con apoyo del ayuntamiento de Fuenlabrada. Solo las religiosas ya
salvan miles de vidas en tareas de maternidad, pediatría, obstetricia,
nutrición, vacunación... Sin ellas, sin el hospital, dice Antequera,
"muchos niños morirían irremediablemente de malaria o desnutrición".
"En las dos semanas
y pico que llevo en el Hospital de St. Joseph en Chad, de promedio, han nacido
unos cuatro niños al día. Alrededor de veinte. La mitad han nacido
muertos", escribe otro voluntario español. Simplemente, las madres, tras
una gestación sin seguimiento alguno, llegan muy tarde, muy dañadas, débiles,
enfermas, al hospital.
En este contexto, los
voluntarios de EnganCHADos han conseguido en 2016 grandes aportaciones.
Prácticamente hubo al menos un médico de refuerzo casi todos los meses del año,
se enviaron medicinas, se dieron 4 cursos de formación al personal local, se
inauguró una sala de reanimación postquirúrgica, comenzó un proyecto contra la
desnutrición grave y se inyectaron 25.000 euros directos para ayudar a mantener
el hospital en marcha, conseguidos en Fuenlabrada con mercadillos, festivales,
colectas.... A medida que más voluntarios y donantes se sumen, EnganCHADos
podrá hacer más para ayudar a las misioneras y sus pacientes.
Mata la pobreza, pero
mata más la superstición
Chad es considerado uno
de los dos o tres países más pobres del mundo: sólo hay un médico cada cien mil
habitantes, la mitad de la población no tiene acceso a agua potable, sólo sabe
leer uno de cada tres habitantes, y uno de cada tres niños menores de 5 años
está desnutrido. Apenas un 11% de la población tiene acceso a sistemas de
saneamiento.
Los médicos españoles,
cuando llevan unas semanas en Chad, comprueban que lo que mata no es la mera
pobreza, sino también la superstición, la ignorancia, las acciones dañinas
irracionales. Así, un bebé corre el riesgo de "morir ahogado por su propia
madre al derramarle agua caliente por tu boca y fosas nasales desde recién
nacido, costumbre local muy arraigada que excede cualquier intento de
explicación lógica", según detalla un médico voluntario.
Más casos: "Tu
madre amparada en alguna estúpida superstición, como pensar que su hijos
muertos de malaria lo fueron en realidad por haber sido amamantados, te dará
antes agua sucia de algún pozo sin pretil, que su preciada leche. Si eres
nómada, entonces te darán leche de vaca agriada con su propia orina, un poco
mas sana… Si coges una pequeña gripe o faringitis tu familia te llevara al
“guerisare” (curandero local) antes que al médico y él te extirpara la úvula en
uno de las más crueles practicas de la medicina tradicional y te producirá una
hemorragia incontrolada que es muy probable que acabe con tu vida".
Lo más tragicómico es
que mucha gente sólo llega al hospital después de haber dejado que su caso
empeore durante meses o años, después de pasar por muchos brujos y estafadores
y sus tratamientos dañinos. Llegan moribundos, mueren en el hospital... y la
gente ve reforzada la idea de que en el hospital ¡la gente se muere!, por lo
que tienden a evitarlo. El perfecto círculo del absurdo.
Formar, educar, alfabetizar
cambia el mundo
En estas circunstancias,
los cursos para formar a las madres de familia, la alfabetización de los niños,
todo lo que signifique salir de la superstición, es liberador.
También hay violencias
por venganzas, rencillas que se dirimen con armas blancas o de fuego. La
mayoría de la población es musulmana o animista, y la cultura cristiana basada
en el perdón y la reconciliación resulta ajena en algunas etnias que consideran
que vengarse es un deber familiar, una virtud social.
Los voluntarios se
emocionan y reflexionan
En Chad, los voluntarios
que llegan de España se emocionan y reflexionan. La enfermera Encarni Jiménez
escribe: "Aquí se reían sobre todo los jóvenes cuando les enseñaba las
fotos de mis hijos y marido. Pensarían : ¡vaya familia mas blanca! Me decían
siempre, extrañados: ¿solo dos hijos? Claro que ellos tienen entre 5 y 10 hijos
por lo menos. Cuántas veces he pensado
en mis hijos, lo fácil que lo tenemos y las preocupaciones accesorias que nos
buscamos, cuando aquí en Chad la lucha por la supervivencia es la principal y
verdadera preocupación".
Encarni Jiménez valora
que las misioneras estén permanentemente en un sitio tan duro. "Sor
Elizabeth y Sor Lourdes, únicas médicos permanentes de St. Joseph... Sor
Rafaela, Sor Elvia y sor Esperanza, magníficas enfermeras. Todas con una
dedicación y labor excepcional, sin ellas esto no existiría. Presentes en todo
momento. Garantía para estas gentes abandonadas por su gobierno, con todos los
hospitales públicos y colegios cerrados desde hace meses. Sólo los hospitales y
escuelas de los misioneros permanecen abiertos, como el liceo de al lado de
nuestro amigo el frère Simon con su acento del Quebec y toda su sabiduría
después de más de 10 años de andanzas africanas".
Fuente: P.J.Ginés/ReL