"Nosotros,
que hemos estado muchos años en tierras lejanas, vemos como muchos laicos de
esas tierras son misioneros entre sus gentes"
Vivimos
tiempos apasionantes, tiempos de descubrimientos en el camino misionero. En
estos últimos años estamos cambiando nuestra forma de pensar y de ver la
misión, atentos a la nueva realidad en que vivimos y sintonizados con el
proyecto de Jesús, el gran misionero; el papa Francisco también nos anima en
esta dirección.
Años
atrás, se pensaba que ser misioneros en tierras lejanas debía ser cosa de las
congregaciones religiosas; nunca se pensaba que también fuese tarea de los sacerdotes
diocesanos, y mucho menos, tarea de los laicos y del pueblo en general.
En
España, 100 años atrás, se sintió que la llamada a la misión era también para los sacerdotes
diocesanos; los misioneros diocesanos del IEME, junto con otros, nacíamos en esa época. Este
año celebramos nuestro Centenario, dicho sea de paso.
La
urgencia misionera se fue extendiendo cada vez más en toda la Iglesia; el
pueblo de Dios se va sintiendo cada vez más misionero. Los laicos también deben
salir en misión a otras tierras (a esto lo llamamos misión “ad gentes”). La
misión es tarea de toda la Iglesia. ¿Por qué es tarea de todos? ¿De dónde viene
esta tarea?
La
misión nace del corazón del Padre, que ama a todos los hombres; por amor envía
a su hijo Jesús, el gran misionero, y Jesús envía a sus discípulos, dándoles su
Espíritu, a todos los pueblos. Nosotros somos discípulos de Jesús y, por tanto
misioneros por el bautismo.
El
papa Francisco nos lo recuerda continuamente: “la Iglesia tiene que ser una
Iglesia en salida”. ¿Para dónde tenemos que salir? Esta es la otra gran novedad
descubierta hoy.
Antes
ser misionero era salir para otras tierras, y eso debe continuar siempre, ya
que nuestra Iglesia debe tener un corazón universal, también los laicos. Hoy, la
situación ha cambiado mucho, tenemos muchas situaciones misioneras
también aquí en España.
Hoy
entendemos que debemos ser misioneros “en todas las direcciones”: yendo a otras tierras y
anunciando el evangelio también aquí.
La
solemnidad de Epifanía –día de Reyes– nos hace pensar en esta misión universal,
el anuncio debe llegar a toda las tierra, los Magos son la representación de
ello, y al mismo tiempo nos llevan a ver nuestra misión aquí, donde vivimos.
No
podemos separar estas dos direcciones de la misión; todos somos misioneros en
ambas direcciones y cada uno tendrá que descubrir qué dirección le pide el
Señor.
Nosotros,
que hemos estado muchos años en tierras lejanas, vemos como muchos laicos de
esas tierras son misioneros entre sus gentes; en el cartel vemos ese compromiso
misionero de los laicos en los países de misión en los que trabajamos.
Ellos
ayudan y estimulan a los laicos de aquí, a ser también ellos verdaderos
misioneros en España. El Bautismo nos hace a todos misioneros.
Fuente:
Instituto Español de Misiones Extranjeras