El 18 de octubre de 1964, el
Papa Pablo VI canonizó a los 22 mártires de Uganda
Los
Padres Blancos evangelizaron en África en el siglo XIX. Los primeros conversos
instruyeron y guiaron a los más nuevos creciendo la comunidad rápidamente.
Inicialmente no había problemas con el rey pero al ver que interfería en su
estilo de vida y modo de gobierno comenzaron las represalias.
José
Mkasa era el líder de la comunidad católica, quien tenía a su cargo una
comunidad de 200 miembros.
El
rey mandó a que mataran a José, mientras sus verdugos le amarraban las manos,
él les dijo: "Un Cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo de
morir". Lo quemaron el 15 de Noviembre de 1885.
Los
cristianos lejos de atemorizarse, continuaron con sus actividades. Carlos
Lwanga, favorito del rey, reemplazó a José como jefe de la comunidad cristiana.
Sus oraciones lograron que el rey desistiera de las persecuciones por seis
meses.
En
mayo del año siguiente, estalló la tempestad.
Los
cristianos fueron capturados y llamados ante el rey. Este les preguntó si
tenían la intención de seguir siendo cristianos, "¡Hasta la muerte!",
respondieron ellos al unísono. El rey ordenó que la ejecución se haga en un
lugar llamado Namugongo, a 60 kms de distancia.
Uno
de los jóvenes era el hijo del verdugo. Éste le rogó para que se escapara, pero
no fue aceptada su propuesta. A tres de los jóvenes mártires se les quitó la
vida cuando iban por el camino; los restantes fueron encerrados por siete días
en la prisión de Namugongo, bajo condiciones infrahumanas.
El
3 de junio de 1886, día de la Ascensión, fueron sacados de la prisión;
envueltos en unos juncos y, ordenados en fila, se les prendió fuego. Al hijo
del verdugo le dieron un golpe en la cabeza para que no sufriera al ser
quemado. Murieron proclamando el nombre de Jesús y diciendo: "Pueden
quemar nuestros cuerpos pero no pueden dañar nuestras almas".
Carlos
Lwanga (21 años), Andrés Kagwa, y otros veinte jóvenes fueron beatificados el 6
de Junio de 1920 por el Papa Benito XV.
Esto fue lo que escribió
para su beatificación:
"Quién
fue el que primero introdujo en África la fe cristiana se disputa aún; pero
consta que ya antes de la misma edad apostólica floreció allí la religión, y
Tertuliano nos describe de tal manera la vida pura que los cristianos africanos
llevaban, que conmueve el ánimo de sus lectores. Y en verdad que aquella región
a ninguna parecía ceder en varones ilustres y en abundancia de mártires.
Entre éstos agrada conmemorar los mártires scilitanos,
que en Cartago, siendo procónsul Publio Vigellio Saturnino, derramaron su
sangre por Cristo, de las preguntas escritas para el juicio, que hoy felizmente
se conservan, se deduce con qué constancia, con qué generosa sencillez de ánimo
respondieron al procónsul y profesaron su fe.
Justo
es también recordar los Potamios, Perpetuas, Felicidades, Ciprianos y
"muchos hermanos mártires" que las Actas enumeran de manera general,
aparte de los mártires aticenses, conocidos también con el nombre de
"masas cándidas", o porque fueron quemados con cal viva, como narra
Aurelio Prudencio en su himno XIII, o por el fulgor de su causa, como parece
opinar Agustín.
Pero
poco después, primero los herejes, después los vándalos, por último los
mahometanos, de tal manera devastaron y asolaron el África cristiana que la que
tantos ínclitos héroes ofreciera a Cristo, la que se gloriaba de más de trescientas
sedes episcopales y había congregado tantos concilios para defender la fe y la
disciplina, ella, perdido el sentido cristiano, se viera privada gradualmente
de casi toda su humanidad y volviera a la barbarie."
El
18 de octubre de 1964, el Papa Pablo VI canonizó a los 22 mártires de Uganda.
Fuente: ACI