El Papa lo afirmaba en la encíclica “Laudito si”: “Es indispensable
prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones
culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en
los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes
proyectos que afecten a sus espacios”.
Los
datos del año 2014 son negativos, especialmente en relación con los casos de
asesinatos, suicidios, mortalidad infantil, invasiones de tierras y exploración
ilegal de recursos naturales. “La situación entre los pueblos indígenas es muy
complicada”, dice Mons. Erwin Kräutler, presidente del CIMI y obispo de Xingu,
en la cuenca del Amazonas y con mucha población indígena. “Es necesario resistir
de forma abnegada junto a los condenados de esta tierra. Que Dios nos dé salud
para seguir adelante”, añade, y, además, confirma las alertas del Papa Francisco
ante los ataques sufridos por los pueblos indígenas en el mundo. El líder
indígena de los Guarani-Kaiowá, Tito Vilhalva, en la presentación en Brasilia
señalaba que “el pistolero mata, el hambre mata, los atropellos matan, los
suicidios matan”.
El
informe se ha elaborado a partir de datos de denuncias, de comunicaciones y
relatos de los pueblos, de los líderes y de las organizaciones indígenas, de
información de los misioneros que trabajan en estas zonas y, también, de
noticias que han llegado hasta los medios de comunicación. Incluye fuentes
oficiales.
De
esto se deduce que 135 indígenas se suicidaron en el año 2014. El mayor número
de suicidios en 29 años de informes y registros del CIMI. El misionero Cleber
Buzatto señalaba que era preocupante el número de suicidios en la zona del Alto
Rio Solimões, en el Amazonas, donde viven los tituna, kokama y caixana. Ante las
decisiones que afectan a sus tierras, “las comunidades se sienten vulnerables,
desasistidas”.
Por
otro lado, 138 indígenas fueron asesinados el año pasado, un aumento notable,
con respecto a los 97 del año 2013. Y otro de los datos más impactantes del
informe hace referencia a la mortalidad infantil. La coordinadora del informe,
Lúcia Helena Rangel, no dudaba en señalar que “la mortalidad infantil y los
suicidios están exterminando a la juventud indígena. Estamos ante una situación
absolutamente grave”. Los datos apuntan a 785 muertes de niños entre 0 y 5 años,
por encima de las 693 del 2013. Los xavante, en el Mato Grosso, han sido el
pueblo con mayor número de niños fallecidos, con 116, lo que significa que han
sufrido una tasa de mortalidad infantil de 141 por mil, cuando la media de
Brasil es de 17 por mil. En Altamira, en Pará, un municipio afectado por las
obras de la hidroeléctrica de Belo Monte, la tasa de mortalidad infantil alcanzó
los 141,84 por mil.
El
informe del CIMI incluye también artículos que contextualizan y profundizan el
análisis de los datos reunidos. Las acciones de demarcación de las tierras
indígenas, que estaban presupuestadas ya, y que no se han llevado a cabo,
muestran que el problema no está en la falta de recursos económicos. También se
aborda la histórica violencia institucional practicada con los pueblos
indígenas, a partir de casos muy graves de violencias llevadas a cabo por las
fuerzas policiales en el 2014.
El
Papa en la encíclica insistía en que, para los pueblos indígenas, “la tierra no
es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en
ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su
identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente
ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son
objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para
proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación
de la naturaleza y de la cultura”. El informe del CIMI le da la
razón.
Fuente: OMPRESS