En la
zona norte de Níger el imán Assadek intervino para salvar la misión católica, a
la que él se refiere como "su misión"
Supo
que un grupo extremista tenía planeado atacarla y advirtió a los que acudieron
a la oración del viernes en la mezquita: «Nadie va a tocar la misión. El que
quiera atacar la iglesia lo hará por encima de mi cadáver. El que tenga la
tentación de hacerlo, que sepa que va contra el islam»
Vivir
en Níger es difícil. Apenas conocido, es uno de los países más pobres de la
tierra, a pesar de disponer de grandes reservas de uranio. Tampoco es fácil hoy
la convivencia religiosa, ni para los escasos cristianos, ni para la mayor
parte de los musulmanes, herederos de una tradición tolerante a la que se han
ido imponiendo movimientos radicales en los últimos años.
Mucho de lo que hoy
ocurre en Níger está relacionado con la formación de regímenes políticos del
Sahel en el siglo XIX. De entonces ha quedado la identidad de un islam
africano, influido por el espacio árabe-bereber al norte y el África negra al
sur. Así, ha terminado definiéndose al nigerino como negro y musulmán.
Estos
últimos años el fundamentalismo avanza, pero no sin resistencia. En enero de
2015 grupos violentos quemaron unas 50 iglesias en todo el país, lo que hizo
que algunas comunidades cristianas, como la de Zínder, abandonaran sus
ciudades. El pasado diciembre, cuando visité Agadez, en el templo católico aún
permanecían las marcas del fuego, apagado por los vecinos musulmanes. En la
comunidad de San José, en Niamey, sí habían reparado los desperfectos de los
ataques, que también detuvieron los vecinos musulmanes. No dudaron en señalar a
los agitadores, muchos de los cuales «venían de fuera».
Al
norte, en la zona minera, el imán Assadek se refiere a la misión católica como
«su misión». La define así porque, cuando a finales de los años 50 llegaron los
misioneros a Tchirozerine, su padre cedió unos terrenos para construirla: un
colegio, el dispensario médico y una pequeña capilla. Nada ha interrumpido esa
relación, que continúa hoy, sostenida por la ONG española Acoger y Compartir.
El director del colegio, el responsable del dispensario, el tesorero de la
Cáritas local y más del 95 % de los empleados de estos proyectos son
musulmanes. No hay conflicto en el compromiso entre ellos y la misión.
Durante
los difíciles días de los ataques de 2015, el imán Assadek supo que un grupo
extremista planeaba atacar la misión católica y se dirigió a los que habían
acudido el viernes a la mezquita. Pese al riesgo para él y su familia, les
dijo: «Nadie va a tocar la misión. El que quiera atacar la iglesia lo hará por
encima de mi cadáver. El que tenga la tentación de hacerlo, que sepa que va
contra el islam».
He
tenido el privilegio de visitar muchas veces Níger gracias a José Collado, un
misionero redentorista español que ha pasado allí más de 40 años. Él acudía a
las reuniones de los morabitos en Maradi como uno más. También gracias al padre
Nicolás Ayouba, redentorista nigerino cuya familia materna sigue profesando la
fe musulmana y la paterna, el cristianismo. José, Nicolás y Assadek han hecho
un trabajo de verdadera reconciliación con muchos otros, facilitando que sea
posible construir el bien común. Y que esa posibilidad se extienda por Níger.
Tomás
Pastor
Fuente: Alfa y Omega