Chameli
Tiru es una religiosa Marianista de la India. Su familia no era católica, pero
conoció a Jesús y quiso ser bautizada. Su vida ha sido toda una lucha para
cumplir el camino que Dios tenía preparado para ella: ser religiosa
Me llamo
Chameli Tiru y soy Marianista de India. Soy la hermana mayor de seis, tres
hermanas y tres hermanos. De pequeña fui cuidada por mis padres y abuelos. Mi
familia no era católica, eran “sarna” una religión tribal pero impregnada de
hinduismo. Ellos no conocían nada sobre Jesús pero eran gente de fe y
reverencia por su dios, llamado ‘Singbonga’ que significa ‘un solo dios’. Yo
aprendí de mis abuelos la veneración y oración a dios.
Un día un
hombre vino y repartió unos panfletos a mis abuelos, yo estaba jugando y fui a
verlo. Me impacto la imagen de un hombre dando vida a un joven muerto y
consolando a su madre viuda, ese hombre era Jesús.
Yo no tenía
idea de quién era pero ese Jesús pero entró en mi mente y en mi corazón poco a
poco. Fui educada en una escuela religiosa y en tercer curso recuerdo que
durante el tiempo de Cuaresma me impactó ver la imagen de Jesús Crucificado por
nosotros. En sexto curso quise recibir la comunión y unirme a los
cristianos pero mis abuelos no me permitieron recibir el bautismo. Yo estaba
triste pero seguí rezando para poder ser bautizada algún día.
Mi deseo se
cumplió cuando estaba en séptimo. Estudiaba en las religiosas Ursulinas y
compartí con ellas compartí mi deseo de ser bautizada. Ellas me prepararon para
recibir el Bautismo, la Confesión, la Comunión y la Confirmación y así mi “gran
deseo se vio cumplido”. Me sentía feliz pudiendo practicar la fe cristiana, al
final mis padres y abuelos aceptaron mi conversión y me dejaron practicar la
nueva fe. Cuando mis hermanos y hermanas me vieron ir a la iglesia y rezar,
también ellos decidieron unirse al cristianismo y recibieron el bautismo, solo
mis padres y abuelos no quisieron recibir el bautismo. Mis abuelos nunca se
convirtieron pero mis padres abrazaron el cristianismo mas tarde.
Cuando acabe
los estudios escribí a algunas congregaciones para hacerme religiosa. Una
congregación aceptó mi ingreso, y aunque mis abuelos no estaban de acuerdo,
querían que me casara, pedí permiso a mis padres y ellos me permitieron
ingresar en la congregación. Era un nuevo paso en mis deseos de servir a Jesús.
Estuve dos años con las hermanas como candidata y postulante, yo estaba
contenta allí, pero un día soñé que mi abuelo moría, en la oración de la mañana
sentí ganas de gritar y llore sin saber que me pasaba.
Mi
formadora aconsejó que volviera a casa para ver qué pasaba. Cuando llegue a
casa mi abuelo ya había muerto y mi abuela estaba muy triste y me pidió que no
volviera a la congregación y me quedara ayudándola, le prometí que no
regresaría a la congregación si ella no me lo permitía. Así que escribí a la
congregación para decirles mi decisión. Ellas aceptaron la decisión de mi
familia.
Yo me quedé
con mi abuela y mi familia, pero no era feliz porque añoraba mi vida dedicada a
Jesús. Durante este tiempo mis padres decidieron casarme y buscaron un marido
apropiado para mí. Mi madre sabía que yo no era feliz porque conocía mis deseos
de ser religiosa. Me sentía impotente, no quería casarme pero para evitar mala
fama a mi padre en la aldea no dije nada. Solo le pedí a mi abuela que parase
el matrimonio, pero ella me dijo que era la voluntad de Dios. Antes de la
celebración del matrimonio, se canceló, sé que el joven que iba a casarse
conmigo se quedó muy triste, pero yo estaba contenta y feliz. Y dando gracias
al Señor.
El
matrimonio se canceló pero yo no era libre para volver a la congregación por la
promesa de cuidar a mi abuela y viví con ella hasta que murió. Cuando falleció
fui libre para elegir la vida que quería. Contacte con mi párroco el padre
Alfonso Ekka, él se convirtió en mi consejero espiritual y me ayudó a descubrir
y profundizar en mi vocación. Comencé a trabajar en una escuela de los hermanos
Marianistas, allí conocí a las Hijas de María Inmaculada, conocidas como
hermanas Marianistas, que iban a fundar un casa en India.
Dios fue
misericordioso y en el año 2007 ingresé como candidata en la congregación de
hermanas Marianistas fundaron en Ranchi. Mi vida cambio totalmente, al fin
podía escoger lo que tanto anhelaba. Después de 4 años de formación profesé
como Hija de María Inmaculada, Marianistas. Después de cinco años en la
congregación hice mis votos perpetuos en 2016.
Este año
seré enviada como misionera marianista a Malawi como misionera, junto con otra
hermana india y dos africanas a una nueva fundación. Siento que el Señor, me
llama a ser misionera y estar a abierta para lo que Él “me llame”.
Doy gracias a Dios y a María nuestra
Madre, que me han guiado en mi vida para dedicarla a Él. Y agradezco también a
las hermanas que me han guiado y formado en la espiritualidad Marianista, soy
feliz en mi vocación. Finalizo pidiendo vuestra oración.
Fuente: Obras Misionales
Pontificias