El
sacerdote Gerardo Villota Urroz, pionero de lo que luego sería el IEME sacerdotes
diocesanos españoles en misiones a tierras lejanas |
Hace 100 años el
Papa Benedicto XV escribía una carta al arzobispo de Burgos
solicitando la apertura de un seminario para misiones donde sacerdotes
diocesanos pudieran formarse como misioneros.
Así empezaba la
historia de lo que luego se consolidaría como el IEME, el Instituto Español de
Misiones Extranjeras.
Se empezaba así
a extender la idea de que misión ad gentes, en países lejanos, ya
no era una tarea reservada en España a órdenes religiosas: los sacerdotes
diocesanos también podían hacer misión.
Otro fruto de
esta nueva mentalidad fueron los sacerdotes diocesanos Fidei Donum, inspirados
en la encíclica del mismo nombre publicada por el Papa Pío XII en
1957.
En la actualidad
el Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME) cuenta con más de
113 sacerdotes misioneros diseminados por varios países de América, África y
Asia, procedentes de 33 diócesis españolas.
Mantienen su
carácter de sacerdotes diocesanos por lo que no pierden el vínculo con su
Iglesia española de origen y establecen nuevas relaciones con los obispos de
los lugares donde ejercen la misión.
Fue Gerardo
Villota y Urroz, un sacerdote diocesano de Burgos, quien dio los primeros pasos para
el nacimiento de lo que ha sido una verdadera apuesta misionera y profética por
hacer que toda la Iglesia esté en estado de misión.
El padre Villota
fundó en Burgos el 1 de octubre de 1899 un Colegio de Ultramar y Propaganda
Fide que con el tiempo sería la base del IEME.
Tomando como
punto de partida la semilla sembrada por el padre Villota y como respuesta a la
petición hecha a Burgos por el Papa Benedicto XV, el 3 de diciembre de 1920 se
inauguraba el Seminario Nacional de Misiones, que en 1947 pasó a llamarse
Instituto Español de Misiones Extranjeras. Desde entonces han sido enviados a
la misión más de 500 sacerdotes diocesanos.
Fuente: ReL