En febrero de 2020 se inauguró este monumento en la playa de los hechos y acudieron 5 de los muchachos a los que salvó el Hno. Pedro |
Habían estado en misa. Él, gaditano, devoto de la Virgen del Carmen
(llevaba su escapulario) había podido comulgar y rezar ante su imagen en la
parroquia de Atacames.
"El mar se echó para
atrás"... y se llevó a los niños
"El agua se metió para dentro, el mar se echó para atrás. Los
niños más pequeños, con 8 y 9 años, se veían casi en alta mar, detrás de las
boyas de seguridad. Así lo cuentan ellos", explica a Misión la Hermana Consuelo, del Hogar de Nazaret.
Al parecer, la causa fue un pequeño maremoto.
"La agencia de geosísmica había dado algún aviso de riesgo sísmico, pero
casi no se publicó, y en
la playa no había bandera roja. De hecho, no había ni viento".
El sacerdote Manuel Jiménez cuenta que el hermano
Pedro Manuel no era un gran nadador. "Nadaba normal. Le gustaba enseñar a nadar a los niños
porque sabía que el mar era peligroso. Era precavido. Yo estuve con él
algunas veces en la playa y me regañaba: 'Manuel, cuidado, que el agua es
traicionera'. Pero en aquel momento se lanzó a rescatar a los chicos".
Exhausto y ahogándose, insistía en
volver al agua
Pedro Manuel nadó para sacar a cada chaval. Primero
recuperó a uno, después a otro, y a otro, y a otro, con gran esfuerzo.
Un socorrista se acercó y un hombre le aportó una
tabla de surf. Él volvía una y otra vez a meterse en el agua.
Una ola le arrebató a los dos últimos niños. Él los persiguió y logró,
ya agotado, colocarlos en la tabla. El socorrista se los llevó y volvió a por el
religioso, que estaba exhausto y se ahogaba.
Lo llevaron a la orilla. Le dijeron que había salvado a los 7 niños, que estaban todos
bien. Y entonces murió.
Un nuevo tipo de
santo: la entrega de vida
En 2017 el Papa Francisco anunció con el motu proprio ‘Maiorem hac dilectionem’
(2017) una nueva vía para canonizar santos: la de la entrega de la vida. Además
de haber llevado a cabo una vida
virtuosa en nivel heroico, el difunto deberá haber realizado una “oferta libre y voluntaria de la vida
y la heroica aceptación ‘propter caritatem’ de una muerte segura y en el corto
plazo”.
Esta es la vía por la que se ha iniciado el proceso
de beatificación del hermano Pedro.
¿Sabía él que se
enfrentaba a "una muerte segura" o simplemente no calculó bien sus
fuerzas?
"Nuestro postulador ha hablado de esto con
Roma", explica Manuel Jiménez. "Hay que pensar que él rescató a los 7 niños uno tras
otro. Después de cada niño, notaba que estaba más y más agotado. Una
hermana le advirtió: 'Pedro, no puedes con todo'. Pero él dijo: 'tengo que
intentarlo, son mis niños'. Los dos últimos niños cuentan que él ya llego casi
ahogándose. Él sabía que
estaba agotado, que no podría más cuando fue a por los últimos. Era su forma de
ser. Cuando me dijeron cómo murió, me dolió y lloré, pero no me
extrañó, porque él era así”.
Siempre suave
con los niños
La hermana Consuelo destaca que "papi
Pedro", como le llamaban los niños en Ecuador, "tenía una cercanía especial con los niños más pequeños y con las
personas discapacitadas, por su carácter agradable y su tono siempre suave.
A veces incluso le decíamos “Pedro, que esos niños hacen contigo lo que
quieren”.
"Si un niño caía de la bicicleta, la mayoría
de nosotros, incluso padres, diríamos desde lejos 'niño, venga, levántate'. Él era de los que irían
corriendo a estar a su lado, a ayudarle", explica el padre Manuel.
La hermana Consuelo destaca de Pedro su “humildad absoluta, de gran sencillez y
transparencia. Si tenía dificultades, enseguida las comentaba con sus
superiores. Era persona de oración, piadoso por naturaleza, de forma
espontánea. Y fiel a las normas de oración de Hogar de Nazaret".
Impactado por Taizé de joven,
rezaba mucho con la Biblia
El padre Manuel destaca que "usaba mucho la
Biblia para rezar y meditar, además de los laudes y vísperas. Ya de joven tenía
inquietudes espirituales, en su coro parroquial. Hizo un viaje de joven al
monasterio ecuménico de Taizé, en Francia,
y aquella oración le impactó y le centró en Dios. Cuando conoció Hogar de Nazaret se enganchó a servir a niños y
pobres desde Dios”.
Desde 2002 era director del colegio Santa María de Nazaret en Quinindé, que
atiende unos 500 niños, de
los que 100 son muy pobres y están completamente becados, apadrinados desde
España. Él se desvivía por los niños apadrinados y buscaba formas de ayudar
a las familias.
En 2018, en Córdoba, se inició la causa de
beatificación, con el apoyo del vicariato de Esmeraldas (Ecuador).
Pedro cuenta ya con una estatua y una placa en Chiclana (Cádiz) y
se le concedió la Medalla de oro de la Provincia.
"Hay gente que le reza todos
los días. Tenemos un vídeo casero que hicieron dos hermanas sobre él, a los dos
meses de morir, y sigo viendo a gente que llora cuando lo ven. Creo que Pedro enseña lo que la Iglesia hace: morir por los pobres", afirma
convencido el padre Manuel.