Católicos chinos celebrando la Navidad. Dominio público |
Eso molesta mucho a las autoridades anticlericales y cada año intentan asegurarse, por estas fechas, de que maestros, funcionarios, intelectuales y "personas influyentes" no acudan a actividades cristianas navideñas.
Recientemente se han reforzado las normas y leyes civiles que prohíben
ir a los menores de edad a las iglesias si no es acompañados por sus
padres (una medida que ya usó la Unión Soviética para impedir que los abuelos,
amigos o catequistas transmitieran la fe a los nietos, niños y adolescentes).
Paul Chen, un sacerdote de China central, que pertenece a la Iglesia "oficialista" (no a la clandestina) explica a la agencia AsiaNews algunas de las técnicas que las autoridades están usando este año para dificultar el acceso a iglesias y festejos cristianos, incluso a los que organiza la iglesia "oficialista".
Por un lado, los medios de comunicación empiezan a publicar noticias
extrañas hablando mal de la Navidad. Por otro, los jefes, inspectores
y políticos multiplican las reuniones con sus subordinados recordándoles que no
deben acudir a actividades religiosas. En algunas escuelas investigan si hay
profesores o empleados que acudan a actos religiosos.
Este año, los
párrocos o responsables de centros religiosos deben declarar a las autoridades
detalles específicos sobre el número de participantes y el propósito del evento
litúrgico (que los funcionarios pueden bloquear y prohibir con cualquier
excusa). Los funcionarios de alto nivel presionan a los funcionarios
de menor nivel para que agobien a las comunidades religiosas.
Algunas
autoridades locales han emitido una orden que prohíbe cualquier actividad en
los lugares religiosos registrados que estén bajo su jurisdicción.
El alcalde, la
policía e incluso autoridades sanitarias pueden en sitios remotos presionar con
especial fuerza a los párrocos para que cancelen las actividades navideñas.
El padre Chen
señala que algún sacerdote con ganas de congraciarse con las autoridades
locales pueden aprovechar la pandemia para cancelar los actos públicos
navideños y mostrarse como un clérigo "dócil" al sistema.
En muchos
lugares, a las parroquias se les piden mil medidas anti-coronavirus que no se
le piden a los centros comerciales, las estaciones de tren o aeropuertos o a
las escuelas.
Muchos critican
que las normas que limitan la acción de los católicos han empeorado y
han recortado su libertad, especialmente a raíz del último acuerdo
entre la Santa Sede y las autoridades chinas.
A los
extranjeros en el país se les impide a menudo acudir a celebraciones católicas
de chinos y sigue prohibida la llegada de misioneros (los que
llegan, pocos, suelen presentarse oficialmente como profesores o estudiantes de
cultura china o de otras asignaturas). Entre los protestantes, muchos
evangelizadores chinohablantes, llegados de Singapur, o de otras ciudades con
diáspora china cristiana, son comerciantes que viajan y aprovechan para
evangelizar.
Fuente: ReL