Hoy, noventa años después de su muerte, el espíritu
sigue suscitando vocaciones en este pequeño país. 13 seminaristas gambianos
acuden cada año a dos seminarios de países cercanos
Católicos de Gambia |
Gambia
tiene poco más de 10.000 kilómetros cuadrados, más o menos el tamaño de
Navarra, lo que convierte a este país en el más pequeño de África, si no se
tiene en cuenta las islas país como Mauricio o Cabo Verde. Los primeros
católicos, emigrantes africanos, llegaron a Banjul, la actual capital entonces
llamada Bathurst, en 1816, pero no fue hasta 1849 que dos misioneros se
establecieron de manera permanente. Después serían los padres del Espíritu
Santo quienes se harían cargo de la misión.
Una misión durísima, sobre todo por
las enfermedades que hacían estragos entre los misioneros europeos. En los años
40 y 60 del siglo XIX, de los 108 misioneros del Espíritu Santo enviados a
África, 42 murieron en un breve tiempo tras llegar a la misión, y 34 tuvieron
que abandonarla enfermos. Sólo 32 fueron capaces de permanecer en el
continente. Por eso, fue todo un éxito cuando se ordenó el primer gambiano, el
padre Samba, en 1869. Pero hubo que esperar otros 55 años hasta que se ordenara
el segundo.
El
padre Joseph Charles Mendy fue ordenado el 22 de junio de 1924 en la Catedral
de Nuestra Señora de la Asunción, que se había terminado hacía relativamente
poco. Nunca antes la Iglesia católica en Gambia había tenido una celebración
tan grande. Nunca había habido tantos sacerdotes reunidos en torno a ningún
otro acontecimiento, y la catedral estaba a rebosar. Los festejos duraron todo
el día, tras la celebración eucarística de la ordenación, incluso con una
procesión con el Santísimo Sacramento. Hasta la suave lluvia del comienzo del
día se vio como una bendición.
Después,
según cuenta la historia oral de la Iglesia en Gambia – es África, lo
importante siempre se transmite de modo oral – el padre Mendy vivió una vida de
santidad, en la que lo primero era la oración y el cuidado y cercanía a los más
pobres. Todo el mundo lo percibía como un “hombre de caridad”. Daba todo a los
demás y siempre estaba a su disposición… y cuando no lo estaba incluso dice, la
misma tradición oral, que muchos que llegaron a su parroquia sin avisar, lo
descubrieron levitando mientras rezaba… Lo cierto es sólo vivió 8 año tras su
ordenación.
En julio de 1932, sometido a una operación, por problemas
intestinales, pero falleció mientras era operado. La campana de la iglesia dio
la triste noticia a la comunidad católica y a toda la población. Tanto
musulmanes como católicos lo consideraron un santo. Un ejemplo de sacerdote
misionero, y son muchos los testimonios de los misioneros de las congregaciones
religiosas presentes en Gambia que así lo consideraban.
Hoy,
noventa años después de su muerte, el espíritu sigue suscitando vocaciones en
este pequeño país. 13 seminaristas gambianos acuden cada año a dos seminarios
de países cercanos. La Iglesia de Gambia es muy pobre para mantener un
seminario. Cuentan con la ayuda de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, una
de las cuatro Obras Misionales Pontificias, la que tiene como objetivo el
sostenimiento de las vocaciones en los países de misión.
Cada año San Pedro
Apóstol les hace llegar 6.000 dólares para sus viajes hasta Freetown, en Sierra
Leona, para aquellos que están en sus primeros años de formación, y para los
más avanzados, para su traslado a Accra, en Ghana. Ambos seminarios, que
cuentan casi con 250 seminaristas de África occidental, tanto el de Freetown
como el de Accra, son sostenidos también cada año por esta Obra Pontificia que
cuenta con la generosidad hacia las vocaciones de cientos de católicos de todo
el mundo. Curiosamente los dos seminarios están dedicados a quien fuera el
apóstol de las gentes, San Pablo. Así que los seminaristas de Gambia tienen a
dos grandes apóstoles a su lado – San Pedro y San Pablo – y también al padre
Mendy…
Fuente: OMPRESS-GAMBIA