Bakhita, que significa "afortunada", es el nombre que se le
puso cuando fue secuestrada, ya que por la fuerte impresión, nunca llegó a
recordar su verdadero nombre. Josefina es el nombre que recibió en el bautismo
La
captura de su hermana por unos negreros que llegaron al pueblo de Olgossa,
marcó mucho en el resto de la vida de Bakhita, tanto así que más adelante en su
biografía escribiría: "Recuerdo cuánto lloró mamá y cuánto lloramos
todos".
En su
biografía Bakhita cuenta su propia experiencia al encontrarse con los
buscadores de esclavos. "Cuando aproximadamente tenía nueve años, paseaba
con una amiga por el campo y vimos de pronto aparecer a dos extranjeros, de los
cuales uno le dijo a mi amiga: 'Deja a la niña pequeña ir al bosque a buscarme
alguna fruta. Mientras, tú puedes continuar tu camino, te alcanzaremos dentro
de poco'. El objetivo de ellos era capturarme, por lo que tenían que alejar a
mi amiga para que no pudiera dar la alarma.
Sin
sospechar nada obedecí, como siempre hacia. Cuando estaba en el bosque, me
percate que las dos personas estaban detrás de mí, y fue cuando uno de ellos me
agarró fuertemente y el otro sacó un cuchillo con el cual me amenazó
diciéndome: 'Si gritas, morirás! Síguenos!'".
Los
mismos secuestradores fueron quienes le pusieron Bakhita al ver su especial
carisma.
Luego
de ser capturada, Bakhita fue llevada a la ciudad de El Obeid, donde fue
vendida a cinco distintos amos en el mercado de esclavos.
Nunca
consiguió escapar, a pesar de intentarlo varias veces. Con quien más sufrió de
humillaciones y torturas fue con su cuarto amo, cuando tenía más o menos 13
años. Fue tatuada, le realizaron 114 incisiones y para evitar infecciones le
colocaron sal durante un mes. "Sentía que iba a morir en cualquier
momento, en especial cuando me colocaban la sal", cuenta en su biografía.
El
comerciante italiano Calixto Leganini compró a Bakhita por quinta vez en 1882,
y fue así que por primera vez Bakhita era tratada bien.
"Esta
vez fui realmente afortunada - escribe Bakhita - porque el nuevo patrón era un
hombre bueno y me gustaba. No fui maltratada ni humillada, algo que me parecía
completamente irreal, pudiendo llegar incluso a sentirme en paz y
tranquilidad".
En
1884 Leganini se vio en la obligación de dejar Jartum, tras la llegada de
tropas Mahdis. Bakhita se negó a dejar a su amo, y consiguió viajar con él y su
amigo Augusto Michieli, a Italia.
La
esposa de Michieli los esperaba en Italia, y sabiendo la llegado de varios
esclavos, exigió uno, dándosele a Bakhita. Con su nueva familia, Bakhita
trabajo de niñera y amiga de Minnina, hija de los Michieli.
En
1888 cuando la familia Michieli compró un hotel en Suakin y se trasladaron para
allá, Bakhita decidió quedarse en Italia.
Bakhita
y Minnina ingresaron al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad
en Venecia, tras ser aconsejadas por las hermanas. Esta congregación fue
fundada en 1808 con el nombre de Instituto de las Hermanas de la Caridad en
Venecia, pero son más conocidas como Hermanas de Canossa.
Recién
en el Instituto, Bakhita conoció al Dios de los cristianos y fue así como supo
que "Dios había permanecido en su corazón" y le había dado fuerzas
para poder soportar la esclavitud, "pero recién en ese momento sabía quién
era". Recibió el bautismo, primera comunión y confirmación al mismo
tiempo, el 9 de enero de 1890, por el Cardenal de Venecia. En este momento,
tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada.
"¡Aquí
llego a convertirme en una de las hijas de Dios!", fue lo que manifestó en
el momento de ser bautizada, pues se dice que no sabía cómo expresar su gozo.
Ella misma cuenta en su biografía que mientras estuvo en el Instituto conoció
cada día más a Dios, "que me ha traído hasta aquí de esta extraña
forma".
La
Señora de Michieli volvió de Sudán a llevarse a Bakhita y a su hija, pero con
un gran coraje, Bakhita se negó a ir y prefirió quedarse con las Hermanas de
Canossa. La esclavitud era ilegal en Italia, por lo que la señora de Michieli
no pudo forzar a Bakhita, y es así que permaneció en el Instituto y su vocación
la llevó a convertirse en una de las Hermanas de la Orden el 7 de diciembre de
1893, a los 38 años de edad.
Fue
trasladada a Venecia en 1902, para trabajar limpiando, cocinando y cuidando a
los más pobres. Nunca realizó milagros ni fenómenos sobrenaturales, pero obtuvo
la reputación de ser santa. Siempre fue modesta y humilde, mantuvo una fe firme
en su interior y cumplió siempre sus obligaciones diarias.
Algo
que le costó demasiado trabajo fue escribir su autobiografía en 1910, la cual
fue publicada en 1930. En 1929 se le ordena ir a Venecia a contar la historia
de su vida. Luego de la publicación de sus memorias, se convirtió en un gran
personaje, viajando por todo Italia dando conferencias y recolectando dinero
para la orden.
La
salud de Bakhita se fue debilitando hacia sus últimos años y tuvo que postrarse
a una silla de ruedas, la cual no le impidió seguir viajando, aunque todo ese
tiempo fue de dolor y enfermedad. Se dice que le decía la enfermera: "¡Por
favor, desatadme las cadenas… es demasiado!". Falleció el 8 de febrero de
1947 en Schio, siendo sus últimas palabras: "Madonna! Madonna!"
Miles
de personas fueron a darle el último adiós, expresando así el respeto y
admiración que sentían hacia ella. Fue velada por tres días, durante los
cuales, cuenta la gente, sus articulaciones aún permanecían calientes y las
madres cogían su mano para colocarla sobre la cabeza de sus hijos para que les
otorgase la salvación. Su reputación como una santa se ha consolidado. Josefina
ha sido recordada y respetada como Nostra Madre Moretta, en Schio.
Fue
santificada por el pueblo, por lo que en 1959 la diócesis local comenzó las
investigaciones para encontrarla venerable. Todo salió muy bien y fue así que
el 1 de diciembre de 1978 fue declarada Venerable. Por tanto, el proceso para
declararla santa empezó con gran auge y el 17 de mayo de 1992 fue beatificada
por Juan Pablo II y se declaró día oficial de culto el 8 de febrero.
En la
ceremonia de beatificación, el Santo Padre reconoció el gran hecho de que
transmitiera el mensaje de reconciliación y misericordia.
Ella
misma declaró un día: "Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me
raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no
hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa".
S.S.
Juan Pablo II la canonizó el 1 de octubre del 2000. Lo cual, para los católicos
africanos es un gran símbolo que era necesario, para que así los cristianos y
las mujeres africanas sean honradas por lo que sufrieron en momentos de
esclavitud.
Verdaderamente,
Bakhita es la santa africana y la historia de su vida es la historia de un
continente, válida para los católicos, protestantes, musulmanes o seguidores de
cualquier otro tipo de religión tradicional. Su espiritualidad y fuerza la han
convertido en Nuestra Hermana Universal, como la llamó el Papa.
Fuente: ACI