Hermanas Franciscanas de María Inmaculada |
Cuatro años sin
la religiosa Gloria Cecilia Narváez Argoti se cumplen este 7 de febrero y la
Congregación Hermanas Franciscanas de María Inmaculada sigue pidiendo su
liberación:
“Sabemos que está delicada
de salud y hacemos un llamado a estos grupos para que le den la libertad, ella
solo ha hecho el bien”, dijo a Aleteia la superiora
general, hermana Nilka Cerezo.
Pruebas se
supervivencia
Ante el paso del tiempo y la falta de noticias, el
dolor y la impotencia que embarga a las integrantes de la comunidad son
inmensos. Sin embargo, no superiores a su fe y a la esperanza de que va
volver pronto esta misionera colombiana. Esta mujer fue secuestrada en
Koutiala, al sur de Mali (África) por una facción de Al Qaeda, en el 2017.
Durante los dos primeros años se recibieron
pruebas de supervivencia. En una de ellas, conocida en enero de 2018, la
hermana Gloria
Cecilia pidió al papa Francisco intervenir por su liberación. A
finales de ese año los captores enviaron un nuevo video. Aquella vez la
colombiana aparecía asistiendo a otra secuestrada enferma y reiteraba su pedido
al Sumo Pontífice.
Esa otra cautiva es la francesa Sophie
Petronin, quien al recuperar la libertad en octubre del año
pasado –gracias a un intercambio de rehenes y prisioneros entre el Gobierno de
Mali y Al Qaeda– contó que Gloria Cecilia se encuentra mal de salud.
“Según la francesa, pasaron por unos 30
campamentos diferentes y lo compartieron todo, mantas, comida, agua. Petronin
asegura que nunca se les ejerció ningún tipo de violencia, salvo una vez,
cuando Gloria Cecilia Narváez se perdió durante un paseo y entonces la ataron
durante tres días”, dice un informe de Radio
Francia Internacional.
La misma información la suministró a integrantes de la comunidad religiosa. Por eso las Franciscanas de María Inmaculada no dejan de orar, ofrecer ayunos y sacrificios y recordarla permanentemente.
Un grito de libertad
Como en los años anteriores, en el cuarto
aniversario de su secuestro han organizado varias jornadas de oración,
reflexión y actividades para recordarla. Por ejemplo, el Congreso
Misionero Congregacional «Gloria Cecilia Narváez Argoti» que
se llevará a cabo en octubre de este año.
“El objetivo es despertar
en la congregación y sus destinatarios el espíritu misionero eclesial desde
Jesús, San Francisco de Asís, la Madre Caridad Brader y Gloria Cecilia. Son miles de niños,
jóvenes y familias a las que anunciamos la Buena Noticia del Evangelio de
Jesucristo a la luz de nuestro carisma y espiritualidad franciscana”, explicó
en conversación con Aleteiala hermana Carmen Graciela Pazmiñi,
del Consejo Superior.
Además, la Universidad Mariana de Pasto, de
la misma congregación, ha preparado una actividad especial. Será este lunes 8 de
febrero e invita Óscar Vallejo, director del
departamento de Humanidades:
“Este será un manifiesto que haga referencia a
la liberación, una voz de rechazo al secuestro y de apoyo a ella en la
distancia, a su familia y a la comunidad. Decidí llamarlo ‘Exclamación por la
pronta liberación’, porque se trata de un solo grito, el grito de libertad”.
La jornada empezará con la exposición del
Santísimo Sacramento. Incluye también una reflexión alrededor del Evangelio de
San Juan (capítulo 15, versículo 13). Gloria Cecilia ha sido ejemplo de este
mensaje de Cristo: “El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus
amigos”.
La misionera es precisamente eso, un ejemplo de entrega por amor a los demás.
“Siempre quise ser como ella”
Quienes se conecten a esa jornada a través de las
redes sociales de la Universidad Mariana podrán conocer
el testimonio de la hermana Anna Lid Cerón, para
quien la misionera fue referente vocacional.
“Desde pequeña quería ser franciscana como la
hermana Gloria, una religiosa humilde, inteligente, entregada a todos, sencilla
y alegre. La conocí a los 10 años como rectora del colegio donde yo estudiaba,
un día le conté que quería seguir su ejemplo y me respondió con un dicho
colombiano: “Mi preciosa, te falta pelo pa´l moño, pero si es tu vocación lo
vas a lograr”.
Sabía la entonces rectora del Instituto
Policarpa Salavarrieta que una niña de 11 años todavía
necesita vivir más para definir su vocación y por eso la animaba a seguir
estudiando.
La misión itinerante de la hermana Gloria la llevó
por otros rumbos y la última vez que visitó Colombia, durante un almuerzo en la
casa de la congregación en Pasto, no le quitaba la mirada a una joven monja que
se sentó a unos metros de ella, le recordaba a aquella niña pequeña y delgada
que soñaba con ser como ella.
“Al final, yo me le
acerqué y le pregunté: ‘¿Soy yo o me parezco?’ La emoción de la hermana Gloria
Cecilia fue inmensa, se puso a llorar y repetía ‘Dime que eres ‘Ayda’ Lid, dime
que eres… ¡lo lograste!”, recuerda emocionada.
Ese día, Gloria Cecilia la invitó a que cumpliera el sueño de ser misionera. “Yo le dije en broma que no, que me daban mucho miedo los leones de esas tierras africanas” y se ríe a pesar del dolor que la embarga, porque la hermana Anna Lid aun llora al recordarla y saberla “presa por los hombres pero libre en el amor de Cristo”.
Misionera por vocación
La hermana Gloria Cecilia es licenciada en Educación
Primaria de la Universidad Mariana, nació el 25 de
septiembre de 1961 en Buesaco (departamento
de Nariño, frontera con Ecuador) e ingresó a la comunidad religiosa Franciscana
de María Inmaculada en enero de 1979. Es la tercera de cuatro hijos y fue la
consentida de su papá, quien falleció hace varios años. Rosa, su mamá, murió el
año pasado sin poder cumplir el sueño de ver nuevamente a su hija.
Siempre ha realizado su apostolado con niños: en Ecuador fue profesora de primaria, igual que en Putumayo (Colombia) y en Samaniego (Nariño) fue rectora de colegio. De su paso por Putumayo, la hermana Carmen Graciela recuerda que Gloria Cecilia les contaba cómo dio comida y lavó los pies llagados a muchos indígenas que atravesaron la selva y llegaron a la Gobernación, en condiciones deplorables, para reclamar sus derechos.
En África
Posteriormente trabajó en Pastoral
Parroquial en México y desde el 2002 se fue a África como
misionera, estuvo varios años en Benín y en 2010 se radicó en Mali – Karangasso
trabajando por los más necesitados, en especial niños, jóvenes y mujeres.
En Mali, la comunidad Franciscana de María Inmaculada ha
desarrollado obras sociales entre las que se destacan: un orfanato y un centro
de salud donde atienden a musulmanes, cristianos y católicos.
La noche que los rebeldes la secuestraron estaba
con las hermanas Sofía, Clara y Adelaide. “Adelaide estaba en la capilla y
nosotras estábamos viendo la tele. Empezaron a ladrar los perros y fue Clarita
la que salió y empezó a gritar ‘¡No nos hagan nada!’”. Así
relató la religiosa Sofía Cortés al Canal Caracol esos
angustiantes momentos, cuando ella salió corriendo y logró encerrarse en su
cuarto a pesar de que la perseguía un hombre con un machete. Allí hizo varias
llamadas y logró contactar a la madre Carmen Isabel Valencia en Colombia, quien
se enteró de primera mano de lo que ocurría en esa noche que ninguna de las
religiosas olvidará.
La intención era llevarse dos rehenes, pero cuando les contaron que eran colombianas y ayudaban a la gente, decidieron que sería solo una. Se iban a llevar a la hermana Clarita, la más joven y quien aún no había hecho votos perpetuos, pero la madre Gloria se ofreció por ser la responsable de todas y la mayor.
Cuatro años de mucha oración
La secuestraron y salieron en la ambulancia del
centro de salud. De eso hace ya cuatro largos años para la familia Narváez
Argoti, para la comunidad y para las personas que conocen y aprecian a la
hermana Gloria Cecilia. Cuatro años de angustia, dolor, pero sobre todo de
mucha oración, porque la fe no decae y las plegarias los reconfortan.
“Nos unimos al Dios de la
vida y nos encomendamos a las oraciones que ustedes pueden hacer. Que Dios les
bendiga por esa pequeña plegaria que eleven por nuestra hermana”, es el mensaje de Cerezo.
Lucía Chamat
Aleteia Colombia