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29 de mayo de 2016

CORPUS CHRISTI: "LA ALEGRÍA DE AMAR"

Corpus Christi, Día de la Caridad, recordamos a los misioneros para que nos sirvan de ejemplo y encontremos nuestra alegría en amar siempre, mucho y a todos

 Recientemente ha publicado el papa Francisco una exhortación apostólica con el nombre “La alegría del amor”. Como bien se sabe, está dedicada al amor en la familia. Comienza así: “La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia”. En este Día de la Caridad todos estamos llamados a vivir la alegría del amor y es de justicia recordar a aquellos que han hecho del amar una alegría continua en la misión.

En la liturgia del Día del Corpus, se recoge el pasaje de la multiplicación de los panes  y de los peces; sucede tras el encargo de Jesús a sus discípulos: “dadles vosotros de comer”. 

Realmente ha sido grande el empeño de la Iglesia a lo largo del mundo entero y de los siglos en cumplir este encargo de Jesús. La obra de promoción humana y social, asistencial y caritativa de la Iglesia se ha extendido ampliamente por todo el mundo, incluso en los países no cristianos. 

Muchas instituciones y organizaciones eclesiales de todo tipo tienen como fin realizar la dimensión caritativa de la Iglesia. Como decía el papa Benedicto XVI: “La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra” (DCE 22). De este servicio se encarga especialmente Caritas en todos sus ámbitos: parroquial, diocesano, nacional e internacional.

Fruto de todo este compromiso es el avance y la consolidación de la evangelización. En la medida en que la Iglesia se hace presente con su vida de fe y de caridad, aumenta su presencia no sólo en cuanto a número de cristianos o de comunidades cristianas o su visibilidad social, sino sobre todo el arraigo del evangelio en las personas, la cultura, la sociedad, las instituciones… 

Las gentes y los pueblos se van purificando del peso de tradiciones o costumbres que no tienen suficientemente en cuenta la dignidad de las personas, del matrimonio y la familia, de las comunidades humanas y los pueblos, la solidaridad, la libertad, la justicia, el respeto a todos… para fundar la convivencia en la fraternidad y el amor. Esta labor de purificación y de inculturación del evangelio es siempre necesaria, tanto donde la evangelización tiene ya una larga tradición como donde es más reciente.

La alegría de la Iglesia es la alegría de amar, sobre todo cuando el amor se extiende más allá de nuestros límites, sean estos geográficos o sociales y culturales. Parafraseando al papa Francisco: “La alegría del amor que se vive en la misión es también el júbilo de la Iglesia”. La Iglesia -a través de la obra misionera- extiende su presencia hacia las personas, las comunidades, los países, las culturas… donde Cristo no es aún conocido. La alegría de la Iglesia es poder prolongar el amor de Dios manifestado en Cristo allí donde aún no se ha anunciado o no ha arraigado suficientemente en la sociedad y la cultura. 

Por eso la alegría de la misión es la alegría de toda la Iglesia: cuando el anuncio y la experiencia del amor de Dios se extiende más allá de los límites circunscritos a los que ya recibieron el anuncio del evangelio, toda la Iglesia debe experimentar una gran alegría. La alegría que hay cuando se abre un seminario, se ordena un sacerdote o se consagra una religiosa, cuando se abre una escuela o un dispensario, cuando los cristianos confiesan su fe abiertamente en culturas donde apenas se conoce a Cristo y se comprometen con la acción caritativa o social de la Iglesia… todas esas pequeñas y grandes alegrías de la misión, son alegrías de la Iglesia universal.

Es justo que hoy hagamos este pequeño acto de reconocimiento a todos aquellos que están comprometidos con la gran obra de caridad y de evangelización de la Iglesia fuera de nuestras fronteras. Los misioneros y misioneras han hecho de su vida un testimonio de la alegría que tiene Dios cuando ama. Ellos han dedicado toda su vida a amar con el amor desinteresado de Dios, que se da a todos sus hijos sin excepción, como lo hizo Jesús en la cruz. Aunque cueste fatigas y sufrimientos, nada ni nadie les puede quitar la alegría de darse para amar como Cristo. En este Día de la Caridad recordamos a los misioneros para que nos sirvan de ejemplo y así nosotros también encontremos nuestra alegría en amar “siempre, mucho y a todos” (beato papa Juan XXIII).

Recordamos que el domingo 29 de mayo es la fiesta del Corpus Christi y en España Cáritas celebra su jornada para recaudar fondos y seguir ayudando a los más desfavorecidos en nuestro país www.cáritas.es

Fuente: O.M.P.