Nunca se olvidó de sus orígenes y mantuvo contacto constante con la diócesis de Barbastro-Monzón a través de la Delegación de Misiones
Benigno
Benabarre Vigo, misionero benedictino español, ha muerto en la Abadía de
Nuestra Señora de Montserrat, en Manila, Filipinas, a punto de cumplir 102
años. Había nacido en Aler, un pequeño pueblo de la provincia de Huesca.
A
los 11 años ingresó en el Monasterio de El Pueyo en Barbastro, para empezar la
formación de monje-misionero en Filipinas. Entre sus compañeros estaban los 18
mártires benedictinos beatificados en Tarragona en 2013.
Providencialmente el
padre Benabarre, que había sido enviado a continuar estudios en la Abadía de
Samos el año anterior, fue un superviviente y testigo presencial de excepción
en la beatificación.
Su
tesis doctoral por la Universidad de Manila sobre “Fondos públicos para las
escuelas privadas en la democracia” tuvo una gran aceptación en el mundo
anglosajón. A esta publicación se añadieron más de 40 títulos sobre temas
catequéticos, sobre homilías, cientos de artículos en la revista “El Visitante”
de Puerto Rico. Es el autor del primer libro sobre los mártires del Pueyo
“Murieron cual vivieron” y el recién publicado en inglés “My first 100 years”
(“Mis primeros 100 años”).
Fue
director del Centro Superior de Estudios “San Beda” en Manila. Ha pasado varios
años en Puerto Rico en trabajos pastorales y largas temporadas en Estados
Unidos, en Inglaterra, en Roma y en Chile. Después de sus largos periplos
culturales y pastorales, volvió a su tierra natal y fue párroco de las diócesis
de Lérida y Barbastro-Monzón en la zona aragonesa sirviendo a las parroquias de
Aler, Juseu y Aguinaliu durante 22 años.
A
los 88 años se despertó en él de nuevo la vocación de monje y solicitó su
reingreso a la Abadía Nuestra Señora de Montserrat de Manila. Allí ha pasado
los últimos 14 años compaginando la vida monacal con las actividades pastorales
en el Colegio “San Beda”. Hasta el último día ha seguido la vida de Monasterio
en pleno uso de sus facultades físicas y mentales y con la vitalidad de
siempre.
Nunca
se olvidó de sus orígenes y mantuvo contacto constante con la diócesis de
Barbastro-Monzón a través de la Delegación de Misiones, enviando frecuentes
correos electrónicos. Descanse en paz este ribagorzano monje, misionero y
educador ejemplar.
Fuente:
OMPRESS-FILIPINAS