Si
habrá un nuevo comienzo más fraterno e unitario de la Iglesia católica en China
En
China hay obispos con una ilegitimidad canónica y otros a quienes les falta el
reconocimiento civil: signo de la coexistencia de dos comunidades de cristianos
en el país.
Cuando en el espíritu del diálogo se inicia una tratativa, se la hace para tratar de resolver estos problemas concretos, para superar una coyuntura e iniciar una renovación positiva
Cuando en el espíritu del diálogo se inicia una tratativa, se la hace para tratar de resolver estos problemas concretos, para superar una coyuntura e iniciar una renovación positiva
Como
es sabido, según la praxis internacional, las tratativas entre los Estados
tienen lugar en la confidencialidad y, normalmente, se hacen públicos sólo los
resultados finales. Por ello, no se conocen las particularidades del diálogo
entre la Santa Sede y las Autoridades chinas. Sin embargo, si al final habrá un
entendimiento, podemos imaginar que esto permitirá a la Iglesia ya sea
recomponer la unidad de la guía pastoral en las Diócesis que ven la copresencia
de dos comunidades, que proveer a las numerosas Diócesis que están desde hace
tiempo sin Obispo, para que cada una de ellas tenga un Pastor admitido y
reconocido por la Iglesia y por el Estado.
No
se puede esperar que una operación similar sea indolora. Va a haber
necesariamente malcontentos, sufrimientos, renuncias, resentimientos e incluso
la posibilidad de nuevas tensiones. Pero todos esperamos que esta especie de
“pasaje a través del ojo de la aguja”, al cual la Iglesia católica en China
está llamada, sea purificador y anunciador de bien: no habrá vencedores o
vencidos y será considerada valiosa la contribución de todos. Porque, como dice
el cardenal Pietro Parolin, “aquí no se trata de hacer ‘borrón y cuenta nueva’
que ignora o casi mágicamente, anula el sufrido recorrido de tantos fieles y
Pastores sino de invertir el capital humano y espiritual de tantas pruebas para
construir un futuro más sereno y fraterno, con la ayuda de Dios”.
Si
habrá un nuevo comienzo más fraterno e unitario de la Iglesia católica en
China, siempre en el respeto de las diversas sensibilidades, esto tendrá
repercusiones positivas sobre todo para la vida sacramental y espiritual de los
fieles, encaminados a ser cada vez más plenamente católicos y, al mismo tiempo,
auténticamente chinos.
Además,
se podrán liberar nuevas energías para las actividades de la Iglesia y para una
mayor armonía en la sociedad china. Pero mucho dependerá del empeño y de la
buena voluntad de todos. La presencia católica en China, si es comparada con la
totalidad de la población en términos puramente numéricos, parece más bien
exigua, pero es siempre viva. Una renovada obra de evangelización podría traer
grandes frutos, no obstante tantos límites y controles que todavía debieran
permanecer, en gran parte debidos al temor de que la religión pueda ser
utilizada desde el “exterior” como fomes de inseguridad social.
Si
el camino de reconocimiento civil de un Obispo es una cuestión que concierne al
Estado, sus leyes y sus procedimientos, el de la legitimización canónica
concierne a la Iglesia. Para comprenderlo, es necesario conocer como está hecha
la Iglesia… Ya San Ireneo (siglo II) definía a la Iglesia como la comunión
espiritual que anuncia y transmite la Tradición que procede de los Apóstoles
por sucesión ininterrumpida de los Obispos. Esta sucesión apostólica de los
Obispos como garantía de la Tradición es constitutiva de la Iglesia misma. Y al
mismo tiempo, es la Iglesia que garantiza la sucesión apostólica y la
autenticidad del episcopado, mediante el libre nombramiento del Papa o su
confirmación de la elección legítima.
Un
Obispo, aun válidamente ordenado, no puede ejercer el ministerio si no en la
comunión con el Sucesor de Pedro y los otros Obispos operantes en el mundo
entero. Al Obispo de Roma, Vicario de Cristo y Pastor universal de la Iglesia,
corresponde legitimar y readmitir en la plena comunión católica a aquellos que
él juzga idóneos a esto y confiar un encargo pastoral. Por lo que respecta a
China, se parte de una certeza: las nuevas consagraciones episcopales acaecidas
en China sin mandato pontificio eran ilícitas pero válidas (salvo casos
particularísimos). La Iglesia católica en China permaneció siempre “una” y aun
con tantas dolorosas situaciones de irregularidad, nunca se ha configurado como
“separada” de Roma. También porque en la Iglesia en China no se elaboró jamás
una posición doctrinal de rechazo del primado de jurisdicción.
En
realidad, es necesario agregar también otro dato y este es que el vivo deseo de
estar en unión con el Papa ha estado siempre presente en los Obispos chinos
ordenados de manera ilegítima. Sin embargo, la condición irregular de estos
Obispos, el reconocimiento de su deseo de estar en unión con el Sumo Pontífice
marca la diferencia entre las dos opiniones que se han enfrentado en estos
últimos años: quien ha considerado sinceros a los Obispos ilegítimos ha creído
en su arrepentimiento (aun no aceptando los comportamientos no adecuados de
algunos), quien no los ha considerado sinceros muchas veces los ha condenado.
Precisamente
por esto, como dice también el cardenal Parolin, es importante que nadie ceda
perennemente “al espíritu de contraposición para condenar al hermano”, sino que
en cambio “cada uno mire con confianza al futuro de la Iglesia, más allá de
todo límite humano”.
Sergio
Centofanti y P. Bernd Hagenkord, SJ – Ciudad del Vaticano
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