Los
discapacitados han hecho avances en Haití, pero aún queda mucho, demasiado
estigma e impunidad
Una día cualquiera de la
semana. Era 25 de abril. Tres amigas — Jesula Gelin, Vanessa Previl y Monique
Vincent– habían pasado la mañana comprando comida en Puerto Príncipe, capital
del país más pobre del Hemisferio Occidental: Haití.
Pronto se dieron cuenta que
era la hora del regreso al poblado de Leveque, donde vivían con su familia y
otras 168 familias más de personas discapacitadas. Eran 32
kilómetros que tenían que recorrer a pie, pues lo autobuses no
funcionaban. Se había caído un puente y nadie lo había reparado.
Fue la última vez que se les
vio con vida: a la mañana siguiente, sus cuerpos fueron encontrados, tirados en
una zanja a la vera del destartalado camino –en el poblado de Cabaret, donde
tenían algunos familiares– el 26 de abril.
Habían sido golpeadas,
apuñaladas y quemadas, y los parientes que las identificaron en la morgue
dijeron que se les había cortado la lengua en un aparente acto de barbarie
ritual.
¿Cuál fue su “delito”? Ser sordomudas
En Haití, un extraño enclave
de ritos afroantillanos mezclados con creencias animistas, sigue habiendo un
estigma sobre las personas con discapacidades como la sordera, que pueden
provocar terribles crueldades debidas a la superstición.
Las mujeres y niñas
discapacitadas son especialmente vulnerables. Generalmente cuando suceden este
tipo de crímenes, la población haitiana, demasiado sumida en la miseria, apenas
si responde. Menos aún los discapacitados. Pero esta ocasión
dijeron basta.
Y han salido a las calles a
denunciar este asesinato brutal. Especialmente en Leveque, donde
asociaciones religiosas y de caridad cristiana establecieron una comunidad para
personas sordas, desplazadas del terremoto de enero de 2010.
El marido de Jesula Gelin,
Michele Castor, ahora luchará por criar sólo a sus seis hijos. “No puedo
comprenderlo”, dijo con lenguaje de señas Castor, también sordo, sobre el
asesinato de su esposa de 29 años. “Ella servía al señor y era una buena esposa
y madre”.
¿Ayudará a superar esta
situación de “descarte” el hecho de que el mundo conozca está supuesta
“práctica ritual”? “Este caso es muy importante (que se conozca). Los
discapacitados han hecho avances en Haití, pero aún queda mucho, demasiado
estigma e impunidad”, explicó Michel Pean, un activista ciego que fue el primer
secretario de Estado en Haití para la integración de los discapacitados.
Hay tres detenidos. Una
es mujer, y dijo a los investigadores que su marido había matado a las tres
mujeres porque la familia temía que fueran criaturas llamadas “lougawou”,
similares a licántropos, y que su sordera sería “producto de una maldición.”
Los investigadores estudian
otro posible motivo relacionado con las supersticiones. Algunos adivinos
afirman que pueden aumentar mágicamente las probabilidades de ganar apuestas en
las populares loterías haitianas si se les llevan partes del cuerpo como
lenguas de cadáveres frescos.
Sea cual sea el motivo, los
asesinatos han causado una gran conmoción y bochorno en Haití, donde los
activistas estiman que en torno al 10 por ciento de la población, cerca de un
millón de personas, sufren alguna clase de discapacidad.
Fuente: Aleteia