Una
nueva Jornada de Infancia Misionera llama a las puertas de nuestro
corazón cuando apenas hemos concluido el tiempo de Navidad. Lejos de ser
inoportuna, viene en el mejor de los momentos
Hemos
contemplado a Dios en la fragilidad de un niño; fragilidad y fortaleza para
vivir intensamente la misión que Dios Padre le ha confiado. Es allí, en Belén y
en Nazaret, donde podemos descubrir la fuerza y el vigor de los niños, a
quienes más tarde Jesús propondrá como camino para el Reino de los cielos.
Es
en ellos y en su colaboración donde, allá por 1843, el obispo Forbin-Janson descubrió
el manantial de esta cooperación misionera.
Hace
cuatro años, el Secretariado de Infancia Misionera entendió que las siguientes
Jornadas deberían ajustarse a las dimensiones de la iniciación cristiana de la
infancia. La pastoral diocesana había hecho una apuesta por acompañar a los
niños en este itinerario.
Primero
fue el lema “Yo soy uno de ellos”, evocando la necesidad de conocer el mensaje
de Jesús, en el que nos anuncia que todos estamos llamados a ser hijos de Dios.
De
esta certeza nace el deseo de entrar en contacto con el Señor, acompañando a
los niños en la oración y en la celebración; nada mejor que un “Gracias” podría
expresar este segundo tramo. Al año siguiente se hizo resonar la invitación de
Jesús a la vida cristiana, con el lema “Sígueme”. Faltaba el último
eslabón: el compromiso de tomar parte en el anuncio del Evangelio. Así
nace la propuesta provocadora del “Atrévete a ser misionero” de este
2018.
Ya
el lema del pasado Domund, “Sé valiente, la misión te espera”, ha ido
disponiendo los corazones de los niños —y de los mayores— para dar el paso al
compromiso. El papa Francisco nos urge a caminar por esta senda de
audacia y valor; pero su origen profundo está en el mismo Evangelio, donde
Jesús llama, interpela y envía a anunciar por el mundo lo que hemos recibido de
Él.
Un camino que recorrer
La
preparación de la Jornada de Infancia Misionera arranca con el inicio del año
litúrgico: Adviento. Los niños, en la catequesis y en las comunidades
cristianas, son en este tiempo acompañados a recorrer el camino que lleva al
encuentro con Jesús. Esta peregrinación culmina con dos gestos elocuentes.
Por
una parte, se les entrega la “hucha del compartir”, para despertar en
ellos el deseo de colaborar con la obra misionera de la Iglesia. Esta hucha,
llena de pequeños donativos propios y ajenos, será depositada en el portal de
Belén. Por otra, los niños saldrán por las calles, en compañía de monitores,
padres y catequistas, para sembrarlas de estrellas. Sin pedir nada a
cambio, pondrán en la solapa del viandante una estrella con la frase “Jesús
nace para ti”. El niño llevará una estrella más grande, en que el adulto podrá
leer “Jesús nace para todos”. El pequeño se ha transformado en misionero.
Después
de la celebración de la Navidad y de haber contemplado a Jesús con los pastores
y los magos, se inicia la etapa final, que nos llevará a esta hermosa
Jornada misionera. Tres semanas para vivir la aventura de salir de nosotros
mismos, de conocer otras culturas y otros niños para identificarnos con ellos.
Es el momento de hacer realidad el lema general de Infancia Misionera: “Los
niños ayudan a los niños”.
Actividades y materiales
Estos
días se ponen en marcha diversas actividades promovidas por las Delegaciones de
Misiones, con la colaboración de otros servicios diocesanos, para preparar a
los niños a su gran fiesta misionera. Los educadores —padres, profesores y
catequistas— tienen a su disposición unos guiones de formación misionera que,
según las edades de los destinarios, tratan de hacer presente el mensaje de la
Jornada. Además, cada dos meses se puede disponer de la revista Gesto, que
está estrenando nuevos contenidos con el deseo de facilitar la formación
misionera de los niños.
Otras
actividades sirven de complemento a las anteriores, como la recta final
del concurso de cómics, que nos hará ver cómo entienden los niños,
con su creatividad e imaginación, eso de atreverse a ser misioneros. Los encuentros
diocesanos de Infancia Misionera cada año son más numerosos, convocando a
los más pequeños a compartir un día de fiesta, normalmente presididos y
acompañados por sus obispos.
Se
llega así a la Jornada del cuarto domingo de enero, día 28. Muchas
huchas repletas de generosos donativos serán llevadas al altar en la ofrenda de
los dones, para que su contenido sea distribuido a todos los niños del mundo
por el Papa. Francisco nos anima a ser generosos. Gracias por vuestro
desprendimiento.
Anastasio
Gil
Director
de OMP en España
Fuente:
O.M.P.