Las autoridades han denegado a la familia el poder
recoger su cadáver durante casi tres semanas
Thérèse Kapangala |
La
aspirante a religiosa fue una de las víctimas mortales de la represión policial
contra las manifestaciones del 21 de enero, y se ha convertido en un icono de
la lucha por la democracia en el país.
Se
llamaba Thérèse Kapangala, tenía 24 años, y ya ha sido bautizada por algunos
medios de la República Democrática del Congo como «mártir de la libertad».
Murió el 21 de enero, al recibir una bala de la policía en la parroquia de San
Francisco de Sales de Kitembo, el noreste de Kinshasa. El funeral por ella y el
entierro se celebrarán este viernes, en el mismo templo.
Thérèse,
aspirante a la vida religiosa, no es la única víctima mortal entre los
manifestantes. Al menos otras seis personas murieron a manos de la policía el
21 de enero, además de ser detenidos una docena de sacerdotes y religiosos.
Pero
esta joven, cuyo rostro ha empezado a verse en algunas camisetas, se ha
convertido en un una especie de símbolo de la lucha de la Iglesia del país por
la democracia. Por eso su funeral y entierro han despertado una gran
expectación.
El
entierro se ha hecho esperar tanto porque la familia de Thérèse no pudo
recuperar su cuerpo hasta este jueves. «Una vez registré su cuerpo en la morgue
central de Kinshasa, ya no pudimos acceder a él –declaró el padre Joseph
Musubao, tío de Thérèse, a La Croix Africa–. Nos han enviado de una
autoridad administrativa, sanitaria o judicial a otra para lograr la
autorización para recoger el cadáver y embalsamarlo».
«Ningún
departamento quería asumir la responsabilidad», añadió. Finalmente, después de
presentar una protesta formal, un fiscal militar pidió al único forense del
país que examinara el cuerpo».
Los familiares,
escondidos
No
ha sido la única prueba para su familia. El padre de Thérèse, Steve Kapaganla,
vive en la clandestinidad desde la muerte de su hija, escondidos por miedo a
más represiones. Se da la paradoja de que Steve es mayor de la misma policía
que, según los testigos, acabó con la vida de la joven. «Su vida está en
peligro y, al mismo tiempo, su cargo le obliga a callar», explica su cuñado, el
padre Musubao.
Él
mismo también ha tenido que pasar unos días escondido. Después de que un coche
siguiera al suyo durante varios kilómetros, y de que se detectaran movimientos
sospechosos en los alrededores del seminario de Kinshasa, donde es formador,
sus superiores lo enviaron fuera.
En
cuanto a la madre y resto de hermanos de Thérèse, «no podemos hablar mucho y
nunca salimos solos, porque en el barrio hay policías de paisano espiándonos»,
denunció hace una semana su hermano, Stanislas.
Misa por el resto de
víctimas en la catedral
También
este viernes se celebra, en la catedral de Nuestra Señora del Congo, de
Kinshasa, una Misa por el resto de las víctimas de las manifestaciones del 21
de enero. Así lo ha anunciado el Comité Laico de Coordinación (CLC), la entidad
que ha estado detrás de las convocatorias.
Después
de mediar para alcanzar el acuerdo de San Silvestre el 31 de diciembre de 2016,
la Iglesia cambió su estrategia al darse cuenta de que Kabila solo quería ganar
tiempo. Desde ese momento, en la primavera pasada, empezó a pedir a los laicos
que asumieran su responsabilidad para luchar por la democracia. Así, empezaron
a convocarse manifestaciones que han sido reprimidas cada vez con más dureza
por la policía.
La
última muestra del apoyo que esta entidad ha recibido en todo momento de la
jerarquía eclesiástica en el país es que presidirá la Eucaristía el cardenal
Laurent Monsengwo, arzobispo de la capital.
Se
teme que la Misa se desarrolle en un clima de tensión, pues varios miembros de
esta organización están en búsqueda por la policía. En los últimos días, los
agentes han registrado varias comunidades religiosas buscándolos.
María
Martínez López
Fuente: Alfa y Omega