La Jornada
Mundial de las Misiones (JMM) nos ha hecho recordar que la vocación de la
misión afecta a todo el mundo, incluyendo las parejas. Es el fruto de una
gracia singular y de un llamado específico de Dios para nuestro tiempo
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La vocación
misionera de los esposos es fruto directo del sacramento del matrimonio: Los
Padres sinodales no han dejado de señalar que “proviene del vínculo sacramental
que los consagra” y que es un “ministerio”.
Tanto más cuanto que, asegura el
Papa, en muchas situaciones “las parejas y familias cristianas son las mejor
emplazadas para anunciar a Jesucristo a otras familias, para
apoyarlas, fortalecerlas y animarlas”, para “dar testimonio y transmitir
aquello que han recibido”. De ahí su ardor en la exhortación a los esposos
para que se comprometan en la evangelización, el testimonio y el acompañamiento
hacia Cristo.
“Crea unos
vínculos aún más profundos que los de sangre” (San Juan Pablo II)
Este “llamado
magnífico”, como dijo el papa Francisco, es una gracia para los esposos que
experimentan que evangelizar juntos “crea unos vínculos aún más
profundos que los de sangre” (san Juan Pablo II). La misión
refuerza a la pareja, la une, la convierte, la simplifica, despliega el amor
conyugal.
Al evangelizar
juntos, los esposos saborean más, como por un efecto de eco, aquello que
anuncian: el poder de la palabra de Cristo, la fuerza del Espíritu Santo y,
sencillamente, un amor de Dios incrementado en su vida.
Así que
reflexionemos sobre cómo responder a este llamado misionero. Estemos atentos
con nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros vecinos o colegas, con los más
pobres, para aprovechar el momento oportuno para dar testimonio y guiar con naturalidad
hacia la experiencia del amor de Cristo que transforma, cura y bendice nuestras
vidas.
En nuestros
compromisos de Iglesia, intentemos hacerlos más misioneros: ¡está en juego la
felicidad y el consuelo de muchos que no han gozado del amor de Dios y Su
misericordia! ¡Y no olvidemos que anunciar el Evangelio entre dos es una forma
fantástica de impulsar la comunión conyugal!
Alex y Maud
Lauriot-Prévost
Edifa
Fuente: Aleteia