Luis Miguel Muñoz Cárdaba, nuncio en Sudán |
- ¿Qué es lo primero que vio en Sudán? ¿Ya había estado en África?
- Es
mi primera experiencia africana. En destinos anteriores había estado en los
cuatro continentes. Me faltaba África, y finalmente estoy aquí. Lo que primero
me sorprendió es la pobreza y la suciedad que hay en las calles y en todas
partes. Pero después, en un segundo momento, llama la atención la bondad, la dulzura, la sonrisa de la gente; incluso
con tantos problemas y carencias que tienen siempre sonríen siempre son afables
y sin prejuicios. Yo voy a veces por
la calle con la cruz, como obispo, entre la gente, y todos saludan y todos
sonríen sin ninguna dificultad. Son muy acogedores.
- ¿Cuál es la función de un nuncio en un país de misión?
- Un nuncio en la misión es como los
curas de pueblo, que tenemos que hacer de todo. En general, la misión
del nuncio es doble. Por una parte es representante del Santo Padre ante los
obispos del lugar: es un instrumento de comunión entre Roma y las Iglesias
locales. Y por otro lado, está la misión diplomática, representar a la Santa
Sede ante los gobiernos entre los que estamos acreditados. Aquí es sobre todo la defensa de los grandes
valores de la humanidad: la libertad religiosa, los derechos humanos, trabajar
por la paz, el progreso… Esas son las grandes causas de la humanidad.
- Sudán es un país musulmán, y los cristianos son minoría. ¿Las
autoridades reconocen su papel?
- Sí,
Sudan es un país mayoritariamente musulmán. Como sabéis, desde 2011 se dividió
el país: el Sur, que era más cristiano y animista, se separó del Norte
mayoritariamente musulmán. Y quedó
aquí una minoría cristiana: los católicos más o menos pueden llegar a
1.100.000, que ocupan las franjas más humildes de la sociedad. Muchos
de ellos son inmigrantes
refugiados de Eritrea, de Sudán del Sur… Los gobiernos reconocen a la Santa
Sede. Hace muchos años estuvo Juan Pablo II visitando Sudan, tuvo una misa en
Jartum. Y sí que reconocen la misión de la Santa Sede.
» Es
más difícil el tema de la Iglesia local, porque no tiene reconocimiento legal. La Iglesia católica en Sudán
todavía no está reconocida, no goza de personalidad jurídica. Yo digo
siempre que estamos como el dicho español “te quiero más que ayer pero menos
que mañana”. Hoy la situación es mejor. Como sabéis, hace 2 años hubo un
movimiento, una especie de revolución cívica que puso fin a un régimen militar
islamista que duró 30 años, que dificultó mucho la vida y la existencia de la
Iglesia y de los cristianos.
»
Actualmente es un periodo político de transición mucho más abierto, mucho más
libre. Pero todavía esperamos
que pronto -¡ojalá!- la Iglesia local pueda ser reconocida y gozar de persona
jurídica. Esto ayudaría mucho a los misioneros con el visado, las
propiedades de la Iglesia y muchos otros elementos.
- ¿Qué hacen los misioneros españoles en un país como Sudán?
- Somos cuatro: yo me incluyo entre
los misioneros. Hay una hermana -la más veterana-, que es una religiosa comboniana
de Toledo, de mi diócesis. También está el padre Jorge, un misionero comboniano de
Madrid, que es el rector superior del Comboni College, que es un centro de
estudios superiores, que está abriendo nuevas facultades para crear una
universidad de inspiración cristiana católica. También hay una misionera del Camino Neocatecumenal de Valencia, María
José. Y yo, somos cuatro. Hay misioneros también de otros países: italianos…
»
Este es el país de los combonianos,
aquí vivió, trabajó, evangelizó y murió San Daniel Comboni. La Iglesia
en tiempos modernos nació con los combonianos, y por ello su presencia ha sido
siempre muy fuerte, aunque ahora el relevo está pasando al clero local. Hay
misioneros italianos ya mayores, van
llegando también misioneros de otros países como India, Filipinas y
otros países africanos.
- ¿Cuál es la labor de los misioneros? ¿Sigue siendo necesario que haya
jóvenes que se planteen la vocación misionera allí?
- La
Iglesia en Sudan es una Iglesia joven, muy joven. Necesita sin duda la ayuda
fraterna, la experiencia de los institutos religiosos misioneros. Además, no
hay muchas vocaciones. A diferencia con Sudán del Sur -allí sí que tienen
bastantes vocaciones-, en el norte, en concreto Jartum, son muy escasas; hay
clero local pero es todavía insuficiente.
» La
labor de los misioneros, al igual que la del clero local, es por un lado la
atención pastoral para los católicos: muchos emigrantes y muchos refugiados. Esta es
una labor que es más invisible y menos reconocida por la sociedad sudanesa, la atención pastoral y
espiritual. No olvidemos que es un país musulmán, que hasta hace poco estaba prohibida
la evangelización y cualquier expresión pública cristiana. Actualmente hay
más libertad.
» Por
otro lado, otra misión importante de los misioneros, y la más conocida por
ellos y más apreciada, es la
educación y la sanidad. Los misioneros y religiosas -los combonianos, los
salesianos-, tienen centros de estudios, escuelas, centros técnicos, etc., que gozan
de gran prestigio. En ellos se educan estudiantes, en su mayoría son musulmanes, aunque hay algunos
católicos. Se educa en valores y son muy apreciados por la sociedad,
incluso por los gobiernos locales.
- ¿Qué significan para un nuncio en territorio de misión las Obras
Misionales Pontificias?
-
Aquí las Obras Misionales Pontificias son el oxígeno para respirar. La Iglesia
local es pobre, los católicos, aunque son relativamente numerosos -más de un
millón-, son muy pobres y
la Iglesia no es autosuficiente en absoluto, para nada. El dinero que
llega de las Obras Misionales Pontificias y de otras realidades y organismos
internacionales o instituciones católicas privadas, son el oxígeno para poder
seguir adelante. No solo para organizar
proyectos, sino también para
que los misioneros y sacerdotes puedan comer.
» Es
decir, la Iglesia es muy
pobre y depende totalmente de las ayudas del exterior, y agradezco de
corazón la ayuda de las Obras Misionales Pontificias. En concreto de España,
agradezco la gran generosidad de nuestra gente en estos tiempos difíciles de
coronavirus, que renunciando un poquito de lo propio pueden colaborar para
hacer mucho bien en los países de misión -en concreto estoy hablando de Sudán-,
donde las pequeñas ayudas de Europa aquí se multiplican y hacen un bien
extraordinario.
- ¿Cómo es la Iglesia en Sudán?
-
Sudán [del norte] tiene solamente dos diócesis. El territorio sudanés es cuatro veces España: dos
diócesis y una región pastoral. Hay un cardenal emérito y cuatro obispos en
activo. En cuanto a seminaristas,
Jartum tiene muy pocos, 1 o 2; en las diócesis del Sur hay un poquito más.
Todavía es insuficiente, y por eso es necesaria la presencia de los misioneros.
Hay más vocaciones en Sudan del Sur, que es mayoritariamente cristiano y
animista. Los seminaristas, antes de la división del país, estudiaban y se
formaban en la capital, en Jartum, en el antiguo gran seminario mayor.
»
Desde la división en 2011, los seminaristas mayores van a Juba -que es la
capital de Sudán del Sur- y allí se forman. En Jartum hay un pre seminario para
un año de discernimiento, antes de que los muchachos pasen a Sudán del Sur al
seminario mayor.
- ¿Cómo es la realidad de COVID-19 allí?
-
Aquí casi no es visible. Aunque hay cifras oficiales de contagios y hay
fallecidos -es difícil el cómputo cuando la mayoría de la población vive en
aldeas dispersas-; sin embargo, incluso aquí en la gran ciudad la vida es
normal. Poquísimas
personas llevan mascarillas. La Iglesia hace un esfuerzo, los sacerdotes en las
celebraciones usan mascarilla para protegerse, pero no hay conciencia.
No hay demasiados casos aparentemente, hay pocos fallecimientos que se sepa y está la mentalidad de la gente de
que esto es una enfermedad de blancos. Aquí hace mucho calor, y hay
que decir que aquí hay muchas enfermedades como la malaria; y también la actual
situación económica, que es durísima.
- ¿Cree importante la iniciativa que tuvo el Papa el año pasado de que
los futuros diplomáticos pasen un año de su formación en un territorio de
misión?
- Me
parece que puede beneficiar, sin duda. Es una intuición que todavía no ha
podido llevarse a cabo a causa de la pandemia global. Sí creo que es importante
y puede ser muy positivo. Yo creo que la idea del Santo Padre es acentuar la
dimensión pastoral de los nuncios. Y también, y por qué no decirlo, la escuela
diplomática también es un tiempo de discernimiento para estos jóvenes, para ver
si pueden hacer este servicio el futuro. Es bueno darse cuenta de que la mayor parte de su vida futura
como diplomáticos de la Santa Sede la van a pasar en países del Tercer Mundo, en
países humildes y pobres, muy cerca de los misioneros y de las comunidades
autóctonas; lo cual es también como un entrenamiento para el futuro.
Fuente: ReL