Ryan Hreljac trabajó durante meses con
el objetivo de ganar dinero para crear fuentes de agua para los menos
favorecidos
Aunque
parezca increíble, personas como Ryan Hreljac han demostrado
que se puede cambiar el mundo independientemente de lo joven que se sea. Y es
que, cuando este canadiense contaba apenas seis años de edad,
se ofreció voluntario para recaudar dinero con el objetivo de construir con él
pozos de agua en África.
Todo comenzó cuando una de las
profesoras de Ryan le explicó en clase que, mientras que ellos disponían de una
fuente de agua cada pocos metros en la escuela, los niños de África no
podían ir al colegio por la escasez del líquido elemento. Esto le
pareció totalmente injusto.
Sin
embargo, eso no fue problema para el pequeño. Éste, se puso a trabajar en su
comunidad cortando el césped a sus vecinos, vendiendo limonada, e involucrando
al barrio y al colegio y, finalmente, consiguió el dinero y que se
construyera el primer pozo en África.
Por
ese esfuerzo invertido, sus vecinos le compraron un billete de avión para ir y
ver el pozo que -gracias a su trabajo- logró construir en Uganda. Allí Ryan se
quedó estupefacto. Al llegar todo fue una fiesta: cientos de personas bailaban
alegres mientras daban la bienvenida al pequeño que les había cambiado la vida
por el simple y valioso hecho de llevarles agua potable. En esos días conoció a
Jamie, el que más tarde se convertiría en una persona fundamental en su vida.
Pero
Ryan era muy cabezota. Entendió que había más colegios en su ciudad y más
vecindarios, que le podían ayudar y por eso decidió continuar con su labor:
construir más pozos en África. Esta sana ambición de querer cambiar las cosas
ha hecho que ahora Ryan y su fundación construyeran un total de 878
pozos, ayudando así a más de 800.000 personas en
diferentes países de África, cambiándoles la vida.
El destino de Jaime
¿Qué
sucedió con Jaime? La respuesta está clara: gracias a la ayuda del pequeño,
su vida ha cambiado raadicalmente. Este niño antes tenía que recorrer varios
kilómetros, muchas horas andando, para ir a por agua antes de acudir a la
escuela. Ahora, por el contrario, disfruta de un pozo cerca de su
hogar.
Desgraciadamente,
tras la vuelta de Ryan a Canadá la aldea de Jamie sufrió un asalto y unos
guerrilleros se llevaron a varios niños, incluido Jamie, para entrenarlos como
niño soldado. Jamie consiguió escapar, pero, en consecuencia, los guerrilleros
quemaron su aldea a modo de venganza y por ello Jamie fue marginado en
su pueblo y finalmente abandonado.
Por
correspondencia Ryan se enteró de lo sucedido y junto con sus generosos padres
decidieron pagarle una educación e involucrarse más en este asunto. Jamie fue
adoptado por los Hreljac, y así pasó de ser el mejor amigo, a ser el hermano
mayor de Ryan.
Ryan
Hreljac continúa su labor para conseguir que haya más pozos en este continente,
porque se dio cuenta que un solo pozo puede cambiar la vida de una aldea. Por
eso ahora da charlas y congresos para que la gente conozca su historia y se
anime a hacer voluntariado, porque como él mismo dice «No hay edad para la
solidaridad».
Fuente:
ABC