En Nigeria, la abogada, premio Sakharov 2005, salva a
cientos de mujeres de la lapidación y de las garras de Boko Haram. Cree que
para combatir contra los fundamentalismos no sirven las armas, sino las madres
«Comprendí
que me habría terminado casándome con un hombre mucho mayor y, sobre todo, que
habría debido decirle adiós para siempre a la escuela, con solo 11 años. Así,
me escapé».
Parece el inicio de una de esas novelas con fondo social, de esas
que se leen para volver a confiar en la humanidad. Pero no. Se trata del inicio
de una historia, aunque increíble, completamente verdadera.
La contó a Vatican
Insider, con el orgullo tranquilo de quien está acostumbrado a los estigmas y a
los estereotipos sobre la propia condición y que se convirtió también en un
símbolo de la liberación en Nigeria y en el mundo, es la directa protagonista,
Hauwa Ibrahim.
Ahora
se encuentra en Roma porque está participando en el congreso “Liberar a las mujeres
de la violencia”, organizado por la Oficina de información del Parlamento
europeo. La abogada nigeriana y profesora en Harvard, explicó el sentido de la
fiesta de este 8 de marzo y la voluntad de comenzar una verdadera revolución
pacífica a partir de las mujeres. Es más, de las madres. «Hace años, después de
que me llamara el ex presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan para que formara
parte del Comité Presidencial para la búsqueda de las 219 chicas secuestradas
por Boko Haram, entré en contacto directo con el mundo de los terroristas
–comenzó.
Más allá de algunos locos ideólogos, la mayor parte de los hombres
que forman parte de Boko Haram, así como del EI, son chicos que solo esperan
que alguien les de valor y que han visto sus esperanzas frustradas, ceden al
horror del fundamentalismo. Al encontrarme con ellos me di cuenta de que puede
mucho más que los drones, los ejércitos, las torturas, un simple “soft-power”
como el de las madres».
Ibrahim
puso en marcha el primer experimento de esta estrategia cuando le concedieron
reunirse con las madres de algunos de los miembros de Boko Haram que habían
sido arrestados. Las convenció a que fueran a las cárceles a visitar a sus
hijos y a que volvieran a estrechar vínculos con ellos. «Las dos mamás pensaban
que sus hijos estaban muertos, los chicos se habían olvidado de ellas. Cuando
se encontraron, se abrazaron y se pusieron a llorar sin parar. Uno de los dos
se arrojó al cuello de su madre y no la dejaba, como si fuera un niño.
Estoy
segura de que ese encuentro fue un profundo cambio para todos los
protagonistas». Convencida del poder pacífico que las madres pueden ejercer no
solo en los propios hijos, la abogada fundó la Mother’s Without Borders:
Steering Youth Away from Violent Extremism y comenzó a reunir a mujeres de todo
el mundo para emprender acciones con el fin de recobrar a los jóvenes que han
caído en las redes del fundamentalismo y restablecer la paz y la
reconciliación.
«Comprendí
que el fundamentalismo es una mistificación de la espiritualidad y que la única
manera para combatirlo es desde dentro, pescando en la tradición o refiriéndose
a los principios fundamentales. Entre ellos, por ejemplo, está el fuerte
vínculo que en el Islam se instaura entre hijos varones y sus madres, es una
relación casi sagrada que se inspira en la frade de El Corán que dice: “El
Paraíso yace a los pies de las madres”. Una madre puede mucho más de lo que
pueden muchos otros. En el fondo, es el mismo método que utilizo en el tribunal
para defender a las mujeres nigerianas de la Sharía».
Desde que en 1999 la ley
islámica fue introducida en 12 estados del norte de Nigeria, afectando a más de
50 millones de habitantes, la abogada comenzó a emprender acciones legales para
proteger a las mujeres condenadas a la lapidación por adulterio, logrando
convertirse en la primera abogada defensora en una corte islámica. Ha
representado a más de 150 mujeres y les ha salvado la vida a muchísimas de
ellas.
«Según
la Sharía –explicó Hauwa con una sonrisa–, para que una mujer sea condenada
debe haber cometido el adulterio en público, debe haber sido vista
contemporáneamente por 4 hombres (todos tienen que estar en sus cabales
obligatoriamente), debe admitir haber cometido adulterio, debe haber quedado
embarazada y se debe comprobar que es capaz de comprender y de actuar. No es
difícil demostrar que la satisfacción de todas estas condiciones es casi
siempre imposible. Y yo lo hago en el tribunal desde hace años, no con un
código de procedimientos civiles o penales, sino con la Sharía».
Inopugnable
desde el punto de vista exclusivamente legal, influyente gracias a la fama que
conquistó con sus luchas y con la visibildiad en todo el mundo, determinada
como ese día que escapó de su casa y se presentó en la escuela superior de
Gombe, a dos días de viaje de donde vivía en el noreste de Nigeria, en donde
fue aceptada, Hauwa Ibrahim es un monumento de libertad y, desde que le
otorgaron el premio Sakharov, también es una referencia estable incluso en
Europa, como explicó la euro-diputada Silvia Costa que participa con ella en el
congreso romano: «Hauwa es un verdadero modelo de lucha cultural, política y
mediática para nosotras las mujeres europeas. Es la demostración práctica de
que la mujer es sujeto pleno de la política y no objeto. Las mujeres son
siempre el primer motor del cambio y solo gracias a una mayor participación se
podrá hacer una diferencia».
A
ella se dirigen las chicas y las madres de su país para que las salve de las
condenas a muerte. A ellas dirigen su mirada mujeres de todo el mundo con la
esperanza de que los propios hijos sean arrancados al terrorismo. Con ella
encuentran inspiración en la lucha por los derechos humanos y civiles muchas
personas de todos los continentes.
Al verla y escucharla, uno recuerda cuán
increíblemente inhibido sigue estando el papel de las mujeres en el mundo, en
todos los niveles, y uno se pregunta qué tendría que suceder para convencernos
de dar el poder a las mujeres, espacios de decisión, de intermediación, de
resolución. Probablemente es esta la pregunta correcta que hay que hacerse en
este día.
LUCA
ATTANASIO
ROMA
Fuente:
Vatican Insider