Uno de los mayores retos que tuvo que afrontar fue
el de la accesibilidad de los niños al colegio. «Muchos tienen tres o cuatro
días de viaje en bote para poder llegar al colegio»
Carlos Riudavets con un grupo de alumnos del colegio
Fe y Alegría Valentín Salegui. Foto: Fe y Alegría Perú
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Tras su
funeral, los jesuitas celebran el sábado pasado una Misa de acción de gracias
por la vida y el trabajo de Carlos Riudavets, el jesuita español asesinado en
Perú a los 73 años. «Dedicó todas sus energías a los alumnos del colegio.
Incluso durmiendo, seguía pensando en el bienestar de los estudiantes».
Al sacerdote
jesuita español Carlos Riudavets, de 73 años, le encontraron muerto hace una
semana en su residencia del colegio Fe y Alegría Valentín Salegui, situado en
la provincia de Bagua, en plena selva peruana. Estaba en el suelo, atado y con
evidentes signos de violencia.
Sin embargo,
«el ejemplo de trabajo que nos ha dado Carlos durante todo este tiempo nos ha
dado fuerza para seguir con el trabajo que él venía haciendo», confirma. Así,
el colegio volverá a reabrir sus puertas este lunes 20 de agosto después del
periodo vacacional y de que se haya retrasado una semana la apertura del centro
por el trágico suceso.
Charly, como
era conocido el sacerdote entre sus allegados, «entregó su vida por entero a
los chicos del colegio. Se dedicaba a coordinar la atención de los estudiantes.
Les dedicaba todas sus energías desde primera hora de la mañana. Incluso
durmiendo, seguía pensando en el bienestar de los alumnos», explica la
responsable.
Accesibilidad y
contacto con las familias
Concretamente,
el misionero «siempre abogó por impartir una educación integral de calidad a
los alumnos –todos provenientes de comunidades indígenas-, pero respetando su
cultura».
Uno de los
mayores retos que tuvo que afrontar fue el de la accesibilidad de los niños al
colegio. «Muchos tienen tres o cuatro días de viaje en bote para poder llegar
al colegio». Por eso, el jesuita creó «una residencia para albergar a los niños
durante todo el periodo escolar».
Paralelamente,
«construyó una pequeña estación de radio para que los alumnos pudieran estar
conectados con sus familias. La residencia solucionaba el problema del
transporte, pero los niños echaban de menos a sus padres».
Otra de las
infraestructuras que levantó Carlos fue «una pequeña central hidroeléctrica
para que el colegio y la residencia tuvieran asegurado el suministro de agua y
de electricidad».
Comunidades
cercanas
Si bien es
cierto que el sacerdote español se entregó en cuerpo y alma a los estudiantes,
también lo es que realizó una incansable labor pastoral entre las comunidades
de la zona siempre respetando su cultura. «Más allá del colegio, donde hacía el
trabajo de 20 personas, también se dedicó a los habitantes de las comunidades
cercanas. Fue tal su entrega a estas personas que, en su honor van a seguir
colaborando con nosotros por el bien del colegio».
Funeral y Misa
de acción de gracias
Tras el
asesinato, que se produjo el 10 de agosto, se celebró un funeral dos días más
tarde por el eterno descanso de Riudavets. Y este sábado 18 de agosto la
comunidad de Fe y Alegría Perú y los jesuitas presentes en el país han
celebrado una Misa de acción de gracias por la vida y el trabajo de Carlos. La
celebración ha tenido lugar en la ciudad de Lima, ante la cantidad de gente que
ha acudido. «Eran muchos los que querían a Carlos y lloran su muerte», concluye
Hisela Culqui.
José Calderero
de Aldecoa
Fuente: Alfa y
Omega