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8 de octubre de 2013

SIETE HERMANOS... Y SEIS RELIGIOSOS MISIONEROS

Generalmente, en una familia con varios hermanos, los padres no suelen entender al hijo con vocación religiosa; pero en la familia segoviana de los Sanz Arribas, lo raro fue la vocación al matrimonio de Justino, ya que sus seis hermanos mostraron muy pronto la vocación, no sólo a la vida religiosa, sino a la vida misionera. Una de ellos, Fuencisla, intenta contagiarnos ─de cara al DOMUND─ el fervor misionero de su familia. Lee su testimonio...

Queridos amigos y hermanos en Cristo:
Al llegar el mes de octubre, mes de las misiones, parece que vibra con más fuerza una fibra muy sensible que hay en mi corazón. Cuando pienso que después de veinte siglos, dos tercios de la humanidad aún no han oído el primer anuncio del evangelio, suena más fuerte en mis oídos y en mi corazón aquellas palabras de Jesús: "Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes..." (Mateo 28, 19-20).

Esta llamada la sentí muy pronto, al recibir la fe, fortalecida con el ejemplo de vida cristiana de mis padres y hermanos. Al ver cómo mis cinco hermanos mayores se habían consagrado a Dios en la vida religiosa y algunos ya habían salido de la patria como misioneros, sentía que Dios iba confirmando mi vocación religiosa y misionera. Aunque dicen que el ejemplo arrastra, sin duda la llamada es individual y la respuesta es libre y personal. 

Cuando yo, la más pequeña de mis hermanos respondí "SÍ" a Dios, entrando en la Congregación de las Hijas de Jesús, sentí una felicidad que no puedo describir. Me puse en las manos de Dios y no me arrepiento de haber sido enviada a Filipinas y haber entregado allí los 18 años de mi vida joven y de haber sido después enviada a Bolivia, donde llevo 26 años. Yo he sentido en cada uno de los destinos recibidos que Jesús venía conmigo, y con Él, no hay nada que temer. Veo a mis hermanos y hermanas felices en los distintos países donde se encuentran trabajando por el Reino de Dios y le doy gracias por ello.

Este es mi segundo año en Potosí, una ciudad a más de cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar, cuyas calles son subidas y bajadas muy pendientes. Es una ciudad muy bonita, patrimonio cultural y natural de la humanidad. Y lo más bello es que aquí hay muchos niños y jóvenes. Ahora estamos preparando el tercer Congreso diocesano de la Infancia y Adolescencia Misionera, que se llevará a cabo del 16 al 20 de octubre. Este es un evento que se celebra cada cinco años. Vendrán muchos niños de provincias y participarán en este Congreso más de dos mil niños de la ciudad y el campo. A nuestra Parroquia, La Santísima Trinidad, le ha tocado el privilegio de albergar a cien niños. 

 Estamos llamando a muchas puertas para que nos presten colchones, mantas, alimentos y otras muchas cosas que vamos a necesitar durante estos días para hacer sentir bien a estos niños que llegan con ilusión. Por esto, subo y bajo las calles con alegría, a mis 68 años, pensando en estos niños que son tan queridos de Jesús. Estoy recibiendo buena respuesta de ayuda de los jóvenes, de las familias e instituciones educativas de la zona. 

Es como si el entusiasmo se volviese contagioso y nos volviese a todos generosos para salir, pedir, invitar, organizar todo lo que contribuya a que este Congreso sea una experiencia misionera que les marque a los niños y adolescentes, tanto de la ciudad como de las provincias. Sin duda que vosotros también habéis experimentado la alegría que se siente en esta clase de actividades cuando ponemos mucho amor a Jesús y a nuestros hermanos.

Estamos también organizando más grupos de infancia y adolescencia misionera en las distintas zonas. Para ello se están dando en la diócesis cursos de formación para animadores de infancia y adolescencia misionera para que cuando termine el Congreso estos grupos tomen más fuerza. Hoy hemos tenido un día de formación y los jóvenes que han participado han vuelto entusiasmados y con ganas de trabajar.

Os pido una oración para que todas estas actividades den el fruto que se espera y que Jesús sea más conocido y amado en todo el mundo. Un abrazo desde Potosí.

Ma. Fuencisla Elena Sanz.