"Un Cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo de morir"
Carlos
Lwanga, José Mkasa, junto a 20 compañeros, fueron martirizados entre los años
1885 y 1887 en Uganda por haber conformado la sociedad de los Misioneros de
África, conocida como los Padres Blancos, que se encargó de la evangelización
de ese continente durante el siglo XIX.
El 3 de junio de 1886 doce de ellos
fueron quemados vivos junto a otros 20 anglicanos porque se negaron a renunciar
a su fe. Los otros 10 mártires fueron descuartizados.
El
mismo rey, llamado Mtesa, al principio favoreció a los misioneros, pero
después, por temor a que la nueva religión fuera obstáculo para el comercio de
esclavos que él mantenía, los obligó a alejarse.
Tiempo después fue sucedido en el trono
por su hijo Muanga, quien fue amigo de los cristianos. Sin embargo, aquel
panorama se complicaría de nuevo.
El líder de la comunidad católica, que
para entonces tenía unos 200 miembros, era un joven de 25 años llamado José
Mkasa (Mukasa) que trabajaba como mayordomo de la corte de Muanga. El rey lo
mandó a mandó a matar por confrontar una decisión suya.
José les dijo a sus verdugos: "un
Cristiano que entrega su vida por
Dios no tiene miedo de morir". Lo quemaron el 15 de noviembre de 1885.
Los cristianos lejos de atemorizarse,
continuaron con sus actividades. Por su parte Carlos Lwanga, favorito del rey,
reemplazó a José como jefe de la comunidad cristiana y sus oraciones lograron
que Muanga desistiera de las persecuciones por 6 meses.
En mayo del año siguiente la violencia se
desencadenó. Los cristianos fueron capturados y llamados ante el rey. Este les
preguntó si tenían la intención de seguir siendo cristianos, "¡Hasta la
muerte!", respondieron ellos. El rey ordenó ejecutarlos en un lugar
llamado Namugongo, a 60 kms de distancia.
Carlos Lwanga, Andrés Kagwa, y otros 20
jóvenes fueron beatificados el 6 de junio de 1920 por el Papa Benito XV.
Posteriormente fueron canonizados por Pablo VI el 18 de octubre de 1964.
Fuente: ACI