"Tenemos 76 en el seminario, que abrió sus puertas hace 25 años"
El
16 de abril se cumplió un año del terremoto que asoló la costa ecuatoriana.
Manuel Rodicio, misionero orensano, todavía celebra la Eucaristía en la calle.
«Solo en la diócesis de Manabí se dañaron más de 50 parroquias. Algunas incluso
hubo que tirarlas del todo, no queda nada». Eso, en lo material.
En
lo espiritual «acompañamos a mucha gente que perdió seres queridos o vivió
experiencias traumáticas. Como Yadira, que pasó varios días entre cascotes. Un
año después, todavía no puede dormir».
El
Fondo de Nueva Evangelización de la Conferencia Episcopal Española está
canalizando los donativos para su misión a través del portal donoamiiglesia.
Un año sin dormir.
Parece una tortura china.
Yadira
estaba en un edificio de Manta que cayó entero. Murieron más de 90 personas
allí, y ella estuvo varios días atrapada entre cascotes. Aparentemente es una
mujer fuerte, pero la verdad es que lleva un año sin poder pegar ojo.
Acompañamos desde la misión a muchísima gente que perdió seres queridos o vivió
experiencias traumáticas. La gente ha intentado poco a poco reincorporarse a la
vida, a la rutina, pero no es fácil.
¿Perdieron la fe?
Al
revés. El 16 de abril se cumplió un año del terremoto y las autoridades
públicas nos pidieron celebrar una Eucaristía en varias ciudades. En la que yo
presidí, en la ciudad de Manta, te aseguro que había miles –y recalco miles– de
personas sin ninguna prisa, rezando con un fervor increíble.
¿En una iglesia?
No,
en la calle. La diócesis de Manabí, donde tenemos la misión, tiene alrededor de
80 parroquias. Tras el terremoto 52 quedaron dañadas y muchas de ellas
destruidas por completo. Esto nos sobrepasa, porque es muy difícil la pastoral
sin templos. Pero económicamente es imposible hace frente a este gasto. Solo en
la catedral de Portoviejo –capital de la provincia de Manabí– ya llevamos
gastados 700.000 dólares y falta otro tanto. Eso únicamente en la catedral, así
que imagínate en las parroquias… yo celebro Misa a diario en una cabaña de paja
donde caben 100 personas. Los domingos tenemos que celebrar en la calle.
¿No reciben ayudas?
Pues
hay un problema. Mucha gente se interesa por apoyar proyectos sociales, algo
que es fundamental, pero cuando necesitamos dinero para reconstruir capillas,
casas de curas o un coche para la pastoral, es muy difícil conseguir fondos.
Todo el mundo te dice que ese no es su ámbito. Gracias al Fondo de Nueva
Evangelización, que nos apoya en estas necesidades concretas, vamos tirando.
Ellos hacen lo que nadie más hace.
¿Cómo llevan los fieles
tener que reunirse en la calle?
Los
fieles son la alegría de la Iglesia en Ecuador. Gracias a ellos, que son los
líderes de las comunidades, aquello sale adelante. Cuando vengo a España me da
mucha tristeza ver que aquí la Iglesia parece cosa de curas.
¿Es porque hay pocos
curas allí?
No,
de hecho tenemos 76 en el seminario, que abrió sus puertas hace 25 años. Es
porque el modelo eclesial pone a los laicos en el centro. Es lo que ha vivido
el Papa durante toda su vida. En España escucho cosas ambiguas, incluso sobre
el Papa… y claro, no comprendemos bien que él responde al baremo
latinoamericano. Por eso, su preocupación es que los laicos celebren la
Palabra, que la Iglesia sea menos clerical… en Europa es difícil de entender,
pero en América Latina nos vemos muy reflejados en él.
Cristina
Sánchez Aguilar
En colaboración con la Conferencia Episcopal Española
En colaboración con la Conferencia Episcopal Española
Fuente: Alfa y Omega