El misionero y botánico Soulié con sus feligreses en 1895, según un grabado |
Envió
en 1895 las primeras semillas de 'Buddleja davidii' a París. A partir de 1916
este árbol decorativo se extendería por Europa. También capturó ejemplares del mono de nariz chata Rhinopithecus bieti y los
envió al Museo Nacional de Historia Natural de Francia, los primeros conocidos
por la ciencia. Siempre enviaba sus datos, ejemplares e investigaciones al
Museo de Historia Natural de París.
Por
sus anotaciones geográficas y de rutas poco conocidas, fue condecorado – le
enviaron la medalla de plata al Tíbet – en 1904 por la Sociedad Geográfica de
París.
De Francia a Asia
El
joven Jean-André se había preparado en su diócesis para ser sacerdote, pero ya
ordenado diácono, pidió entrar en el Seminario de Misiones Extranjeras de
París, donde fue ordenado sacerdote y del que partió como misionero con destino
al Tíbet en octubre de 1885. El obispo de Tatsienlou, hoy Kangding en chino, y
Darzêdo en tibetano, acogió a los misioneros con los brazos abiertos. Su primer
lugar de misión fue Bathang, a 200 kilómetros al norte de la actual Myanmar, en
1891 pasa a Cha-pa, después Tse-kou, remontando el gran río Yangtsé, y
finalmente, en 1896, Yaregong.
Tíbet: ayudar a los niños en una teocracia hostil
Soulié
no fue el primer misionero católico en llegar al Tíbet. Un compatriota suyo, el
padre Huc, había llegado a Potala, la capital en 1846. Pero cuando llegó el
misionero botánico, 50 años después, la situación es más complicada. El Tíbet estaba en crisis,
una teocracia feudal presionada entre China y las potencias occidentales.
Soluié, como médico, curaba gratis a todos
los enfermos que se acercaran. Vacunó a muchos contra la viruela. Organizó un
orfanato para niños sin padres. Ayudó a pagar deudas a tibetanos que tenían que
trabajar en servidumbre por deudas heredadas de padres a hijos.
Muchas
de estas actividades molestaban a algunos poderosos de la zona y a los lamas
del lugar. Su iglesita era regularmente apedreada.
Persecución: matanzas y torturas refinadas
En
1905 se desató en Tíbet una feroz persecución contra los cristianos organizada
por los lamas.
Los
conversos al cristianismo, chinos o tibetanos, eran asesinados si no
renunciaban a la fe. En
Bathang los lamas mataron a 200 conversos que se negaron a apostatar. A los
sacerdotes los mataban entre torturas y repartían luego las partes de
su cuerpo por distintas poblaciones para amedrentar.
Al
padre Henri Mussot, el compañero de Soulie, lo torturaron con espinas y murió
mártir. También fueron torturados durante días y asesinados otros dos
compañeros de esa misión, Pierre-Marie Bourdonnec y Jules Dubernard. A Soulié le sometieron a 12 días
de torturas antes de fusilarlo el 14 de abril.
Fuente: ReL